Relatos:Nazi Potter y la Filosofía Perdida - Capítulo 3: El Ángel de la Mazmorra

De Bestiario del Hypogripho
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Harry Potter

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La pobre Moon pasó la próxima semana hundiéndose en su miseria. Los otros Ravenclaw le tiraban cosas por la cabeza, como libros muchos más pesados de los que Dumbledore uso para noquear a sus adversarios por el cargo. Se familiarizó con títulos como "Teoría ocultista de la historia mágica de las profecías de Madame Pomadour, tomo XVIII" o "Catálogo completo de las hipótesis de Grindelwald". Por fortuna, nadie sabía que tenía su capa de invisibilidad (o quizás se la hubiese robado), por lo que evadía el bullying literalmente haciéndose invisible cada vez que podía (lo cual, paradójicamente, solo hacer cuando nadie la miraba).

En uno de los días en los que Moon se ahogaba en su propio llanto hasta dormirse (o sea todos), lo cual provocaba interminables quejas en el dormitorio, tuvo sin embargo una epifanía: "Potter y sus secuaces hablaron del tal Draco. Sí, no seré la persona más confiable, pero resulta evidente que tienen un problema si lo mencionan así. Recuerdo que le dieron una hemorragia nasal cuando insultó a Hermione. Debe ser víctima de bullying como yo, ¡Él es la clave! Como enemigo de Potter, si alguien me va a escuchar, será él..."

Así es como, con más entusiasmo que datos, Moon se puso a la misión de contactar a este posible aliado - quizás, su único aliado potencial luego de haber sido rechazada por las autoridades y excluida por sus queridos compañeros Ravenclaw.

Luego de tomarse una poción o dos, al día siguiente estaba lista para encarar al legendario Draco Malfey. Él no era cualquier persona, sino que era el soltero más deseado de primer año, un bello ejemplar con alas angelicales y un rostro de similares características. Todo el tiempo estaba rodeado de mister Crabbe y mister Goyle, los más corteses caballeros de toda la escuela, que se deleitaban con cada sorbo de té. De hecho, ella sabía que podía encontrar a Malfoy en la cafetería de la escuela haciendo una de sus usuales fiestas de té de alta alcurnia con el resto de los Slytherin. Aún con mucha timidez, incluso después de las pociones de envalentonamiento (básicamente bebidas de alta gradación) se acercó a ellos. Mientras se aproximaba, la intimidaba cada vez más el ver a esos impecables jovencitos vestidos en vestimentas formales pero bien proporcionadas, mientras en la mesa un mantel perfectamente bordado era el espacio donde yacía una platería tallada por los mismísimos dioses, al lado de la delicada porcelana china con exquisitos dibujos orientales de insuperable buen gusto.

— ¡Ah, señorita Amabien, por favor únete a nosotros! — La invitó Draco al verla parada ahí, incapaz de decir nada. — Hoy nuestra amiga Padma Patil no ha podido unírsenos, así que espero que no te moleste beber su té frío.
— ¿S-s-s--ssss-sabes mi nombre? — Tartamudeó Moon.
— Y tu sabes parsel por lo que puedo apreciar. —Bromeó su anfitrión con una sonrisa.— Por favor toma asiento, no podría ignorar a alguien de tan ilustre familia como la tuya.
— G-g-racsss-iasss.
— Bebe el té y te sentirás mejor. —Le recomendó Mr. Crabbe.
Su padre le había dicho a Moon que no aceptara bebidas de desconocidos, y ciertamente hubiera rechazado el té de Dumbledore si este se hubiera ofrecido a compartirlo. Pero en esta ocasión, Moon se sentía diferente, se sentía segura y contenida por esas sonrisas amables pero cálidas, por esa muestra de amabilidad tan rara luego de haber sido sujeto de burlas por varias semanas... así que tomó la taza de té y la bebió toda de un sorbo.
"Qué malos modales", le pareció que susurraba Mr. Goyle al oido de Malfey, pero sus temores de ser excluida nuevamente se disiparon cuando este alzó la mano en señal de que no importaba. "Ya le enseñaremos", parecía indicar con la mirada.
— Y bien, señorita Amabien, díganos, ¿qué la trae a mi humilde mesa de té y bizcochuelos?
— O-oh, p-por favor l-lamame Moon, s--s-eñor Malfey.
— Así haré, y tú puedes llamarme Draco, por supuesto. — Mencionó este con un gesto de despreocupación mientras Mr. Goyle hacía una mueca de tan flagrante falta al correcto protocolo de una propia fiesta de té de acuerdo a las antiguas y respetables costumbres de la aristocracia inglesa. Mr. Crabbe, por su parte, divertido, se sirvió más té.
— B-bueno... D-draco.  —Pronunció Moon completamente sonrojada al decirlo, pero sin embargo lentamente perdiendo un poco de su bloqueo verbal y mental.— T-tengo que decirte algo de P-p-potter.
— Ah, Potter. —Mencionó Draco apenas ocultando su desprecio. Y mirando las muecas, esta vez de sus dos compañeros, agregó:— Será mejor que nos encontremos mañana. No queremos arruinar la fiesta de té con temas poco agraciados. Verás, no es bueno para la digestión. Pero, eres bienvenida de quedarte con nosotros y discutir la última línea de MagiLouis MagiVuitton. ¿Más té?
  • * *

Al día siguiente en la mazmorra, esperando a Draco, Moon se sentía como un revoltijo de emociones. La había citado en ese lugar para que otras personas no los vieran hablar a solas, como hubiera ocurrido si se veían en una torre, parque o terraza según él. "Una cosa es una fiesta de té de cortesía, y otra una reunión de negocios", había argumentado. Moon no quería revelarlo, pero las mazmorras la aterraban y se encontraba al borde de un ataque de pánico entre la oscuridad, la humedad y las gotas que caían de todas partes. Tanto era así el revoltijo que había estado vomitando copiosamente, pero por fortuna se había preparado con algunos kit portátiles de encantamientos desodorantes y de glamour (aunque al hacerlo había gastado toda su asignación mensual de sus padres...); esperaba que eso por una vez no le permitiera quedar como la loca delirante y desarreglada que ya (casi) todos la creían.

— Recuerda que mi sangre Aasimar me vuelve un objetivo para cualquier fuerza siniestra que quiera atacar la escuela
— Sí, lo sé. —Asintió Moon con ojos estrellados, mirando detalladamente las espléndidas alas de Draco.
¿Sabes, Moon? —Comenzó Draco, mirando perspicazmente.— Todo lo que me dices es una locura, y mucho me temo que no tiene ningún sentido.

A la chica se le rompió el corazón y la mente al oir esto, y no sabía cómo reaccionar. Pero Draco siguió.

— No te creería para nada... bajo circunstancias normales. Pero estas no son circunstancias normales: Ayer, Crabbe desapareció.

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