Relatos:Nazi Potter y la Filosofía Perdida - Capítulo 2: La delatora
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Moon Amabien se encontraba muy nerviosa sentado en un banquito ridículamente pequeño en la oficina de Dumbledore. La oficina estaba atestada de cosas inútiles y viejas que se movían solas y sus correspondientes polillas, moscas y cucarachas. El tipo claramente era un acumulador. Pero si quería detener a Harry Potter, a Moon no le quedaba otra opción más que delatarlo al director. Sobre todo porque no tenía amigos ya que todos la miraban raro.
Igualmente, Dumbledore también la estaba mirando raro en ese momento. El barbudo se encontraba frente a ella con los ojos abiertos como platos, y no se movía hacia dos minutos. Moon había contado.
— Ehm... director, me está poniendo incómoda. — Se atrevió ella a preguntar. — Shhh, estoy concentrado. — ¿En mí? — Un escalofrío recorrió la espalda de la pequeña Moon. — Por supuesto, en qué más. Estoy aplicando la Legilimencia. — ¿La legili-qué? — ¡La legilimencia! — Eso no existe. Creáme profesor, mis padres son editores del seminario kabalístico más conocido sobre lo esotérico, si hubiera una legilimencia, hubiese oído de ella. — Claro que no oíste de ella, niña ingenua. Es que todavía no se ha inventado. — ... — Es un arte que permite leerte los pensamientos con solo mirarte. En unos libros desde acá, va a haber un flashback que diga: "¡Oh! ¡Dumbledore estaba aplicando la legilimencia en ese momento!" y todo tendrá sentido. Pero todavía no existe por lo que ésta es sólo una escena incómoda. — ... — Se silenció Moon. — ... — Continuó mirando fijamente el director. — Bueno, si me puede leer la mente, ya sabe por qué vine, ¿no? — ¡Que no! ¿Acaso no has puesto atención? Lo sabré del presente, en el futuro. Pero por ahora, todavía no lo sé. Moon sintió lástima por el querido director, pero más por los alumnos y profesores del establecimiento. Potter tenía razón: Era tan claro como las aguas del río Elba antes de ser infamemente contaminadas que Dumbledore estaba en una etapa avanzada de la demencia senil. Aunque eso no significaba que, si quería parar al ascenso de esta horrible nueva filosofía, Dumbledore debía tener el mayor interés de ser su aliado. — Y bien, habla... — Interrumpió sus pensamientos Dumbledore mientras se servía un té con unos hongos bien raros. — Harry Potter robó unos libros de la sección prohibida. Quiere que él y sus amigos se vuelvan nazis, ¡y derrocarlo a usted! — Por favor, Luna. Tienes una imaginación demasiado activa. No hay ninguna conspiración Maci en la escuela. — ¡Nazi! ¡Nazi! —Exclamó la joven alumna.— ...y me llamo Moon. — Agregól en un susurro casi inaudible. — Bueno, no hay ninguna conspiración nasynasy en la escuela. —"Repitió" condescendientemente el anciano.— Entiendo que tu padre probablemente cree en la existencia de los nasynasy, pero somos una institución educativa seria y solo podemos enseñar magia aceptada. — ¡Los NAZIS no son magia! —Se enojó Moon.— Son una tendencia ideológica muggle y usted es tan viejo que seguro los conoció. — Bueno, si son muggles, no hay nada que temer... — Mire, no serán muggles si Harry empieza a dar su versión distorsionada de esos cuadernos. ¡Son de la sección prohibida! ¿No debería importarles que roben materiales de ahí? — "Uy, la sección prohibida, qué miedito tengo" —Ironizó Dumbledore con una vocecita muy impropia de sí mismo. Hasta a Moon le pareció oir una risita del fénix gordo que estaba en una jaula sucia y maloliente llena de excrementos de ave. — Y quienes y por qué las prohibieron si ni les da miedo... — Refunfuñó Moon.
Dumbledore soltó un largo suspiro. Resultaba que había algo difícil que explicar, pero no quería explicarlo. En vez de eso, se dió vuelta y habló hacia atrás de un portal cubierto por cortina.
— ¡Querida, despierta! Tenemos una situación con Moon, espera que nos preocupemos y asignemos gente a recuperar libros "pRoHiBiDoS"...
Se escuchó un claro "¡Tsk!" desde atrás de la cortina, como un sonido bucal entre diversión y desprecio. Cansada pero divertida, una prof. McGonagall a medio vestir, medio dormida y medio borracha surgió desde detrás del portal.
— Así que, la niña tiene inquietudes... —Dijo dirigiéndose directamente a Dumbledore y poniéndole una mano en el hombro. — Pues sí, ella "Vio a Harry Potter robándose unos libros prohibidos y quiere que lo sancionemos por sus contenidos "peligrosos", guiño, guiño. — Já, já, já. —Rió secamente la profesora.— Mira, niña. Te diremos la verdad para que te calmes. Pero solo porque sabemos que nadie te va a creer porque piensan que estás chiflada. Solíamos pensar que estaban equivocados, pero ahora vemos que probablemente tengan razón... — Eso es muy ofensivo. — Se defendió Moon ya sin muchos ánimos.— Pero, ¿Qué verdad? —Al final, la curiosidad de los Amabien le ganó. — No hay nada realmente "prohibido" en la sección prohibida. Son libros comunes y corrientes. Los libros pueden ser peligrosos claro... todos los libros pueden ser peligrosos en las manos adecuadas. — Recuerdo cuando vencí a mi competencia al puesto de director gracias a un libro muy gordo y antiguo de la Sección. —Interrumpió Dumbledore. — ¿Aprendió un hechizo muy poderoso? —Curioseó Moon. — No, lo usé para noquearlo golpeándolo en la cabeza. —Afirmó el director.— Esos simpatizantes de Slytherin se lo merecen... Luna miró frustrada a todas partes como si hubiera pasado a un extraño mundo bizarro y desconocido. Haciendo un esfuerzo por ser respetuosa, pero con un dejo de molestia en la voz, repitió su pregunta: — Eso no me dice entonces por qué los tienen prohibidos. McGonagall volvió a la carga, ya que declaraba con cierto orgullo: — Eso fue mi idea, y el trabajo final de mi maestría en magipsicopedagogía. Las personas tienen una atracción inusual a lo prohibido. Especialmente los adolescentes. Entonces ponemos los libros más interesantes en una sección "prohibida". Hasta los hechizos para respirar bajo el agua están ahí, y tenemos planeado que se necesiten para el Torneo de los Tres magos. Entonces cuando demos la prueba, los alumnos se irán a "robar" los libros, que de otro modo ignorarían. — Todo eso parece muy complicado... pero como Ravenclaw admito que, de una manera retorcida, puede tener sentido. — Me alegra que aprecies el genio detrás de mi controversial pero brillante política. —Presumió McGonagall.— No solo se trata de una tarea educativa: Es como logramos que los alumnos lean en vez de participar en actividades criminales y adictivas como jugar al Mahjong todo el día. En lugar de las apuestas o los traseros de sus compañeras, sus pequeños y pueriles cerebros solo podrán pensar en los deciosos, prohibidos libros. MMmmm, quisiera tener uno ahora mismo... — ¿El ma- qué? — Por lo menos es lo que estaba de moda entre las jovencitas de mi época. Tal vez, si te metieras un poco más a la sección prohibida, lo sabrías. —Se burló McGonagall.— Ahora si me disculpas, iré por un café. Y un libro... aunque sea uno cortito, oh dios, lo necesito.
Y tan repentinamente como vino, McGonagall desapareció. En una explosión verde con efectos de papel confetti y olor a café quemado. Los adultos eran raros, pensó Moon.
— Bueno, espero que te puedas ir sin inquietudes absurdas sobre los Macy's. —La quiso echar Dumbledore con un movimiento de manos.— Yo también tengo una pequeña... infusión que probar. —Añadió en obvia referencia a su humeante té. — ¡No! —Se puso firme la alumna, luego de titubear por un momento.— Esta es la oportunidad para terminar con el reinado de terror de Potter antes de que empiece, ¡Tiene que creerme! — Por favor, Moon, tus preocupaciones no tienen bases claras. Tom Riddle es solo un curioso jovencito con muchos deseos de aprender todo lo posible y será algún día un gran y respetado mago como yo. — ¿Quién? —Se extrañó Moon. — Harry Potter, acabo de decirlo. — No, usted no dijo Harry Potter. Usted dijo "Tom Riddle". — Papa, patata... era así en su momento. — ¿Tom Riddle no se convirtió en Ya-Sabe-Quién por tratarlo con esa actitud? — ¡Eso solo pasó una vez! — Y va a pasar de nuevo si usted no deja de hacer lo mismo. — Claro que no. Harry es un Gryffindor. Tom era un Slytherin. Unos tienen leoncitos y son valientes. Otros tienen serpientes y son ricos. Unos tienen rojo y dorado. Los otros verde. Unos tienen los héroes y otros los villanos. Es obvio. Moon giró los ojos. La misma obvia discrminación pro-Griffyndor, anti-Slytherin de nuevo. — Harry dijo varias veces que el sombrero quería ponerlo en Slytherin. Varios piensan que parte de Voldemort pasó a Harry, está el rumor de que habló con serpientes muggles. Y usted lo trata como a Tom Riddle. ¿No ve los paralelismos? — Que una cosa haya pasado antes no significa que va a pasar de nuevo. El método inductivo está fallado desde que asume que los sucesos se repiten, cuando no tiene por qué ser así. Esto0 es parte de la filosofía de David Hume y deberías dejar que te despierte del sueño dogmático en el que estás sumida... — Divagó Dumbledore como ausente, mirando al techo. — ¿¡Qué!? — Ve a la sección prohibida más seguido, como Harry, y lo sabrás. Ese Heidegger era un gran filósofo, no puedo esperar a lo que nuestro inteligentísimo Harry sacará de él... — ¿Y si sucede? — ¿Qué? — Y si sucede de nuevo que uno de sus brillantes estudiantes favoritos se convierta en un dictador oscuro y autoritario con hambre de poder y sed de sangre. — Entonces esperaremos a que lance una maldición mortal sobre un bebé y que le rebote con lo cual se derrote a sí mismo, ¡Y su reinado de terror terminará instáneamente en el pico de su poder sin que ninguno de sus muchos seguidores haga nada por continuarlo! — ...¿Pero eso pasó antes? —Frunció el ceño la joven Amabien. — Ah, querida niña, veo que estás entendiendo lo ridícula que suenas...
Moon se sentía insultada, ultrajada, y sobre todo, ignorada como nunca en la vida. O como siempre en su vida. Resulta que los sucesos sí se repetían, después de todo. No quería vivir en una distopía como la de "magi1894" por culpa de un viejo chiflado y senil que volvía a mirarla con cara de lunático.
— Si termino mis estudios una dictadura, lo culparé personalmente. —Le espetó mientras se preparaba para irse. — 5 puntos menos para Ravenclaw. — ¿Y eso por qué? No puede quitarme puntos por... — Por insultarme. Y 5 puntos menos, dos veces sucesivas más, por que estoy senil y me olvido cada vez. Y luego todo eso cinco veces más, porque los sucesos se repiten, ¿no? — Usted no puede... — ¿Saber que pensaste eso? Usé la legilimencia. — ¡Que todavía no se inventó! — Dije que se iba a inventar. No dije cuando. Acabo de inventarla. Ahora, adiós. — Viejo chiflado... — Susurró Moon mientras se iba, sabiendo perfectamente que a partir de este momento Ravenclaw debía estar en puntos negativos y todos la culparían por ello, haciendo que la odien aún más.
"Viejo no tan chiflado como para pensar que un niño de 11 años puede ser rector y dictador" — Oyó Moon a Dumbledore burlarse de su susurro, mientras ella atravesaba, compungida, la puerta de salida. Al menos, era un alivio estar fuera de toda esa mugre y de vuelta en las familiares escaleras asesinas que giran solas en un castillo de geometrías no euclidianas en constante mutación. Tal vez Dumbledore tenía un punto. Tal vez McGonagall sí había ideado un sistema ingenioso. Y tal vez el mismo Harry tenía un punto. Pero, ¿Por qué nadie estaba dispuesto a considerar que Moon tuviera un punto?
Unas lágrimas furtivas se escurrieron por su mejilla.
Colección[editar]
- Nazi Potter y la Filosofía Perdida
- Nazi Potter y la Filosofía Perdida - Capítulo 1: Estando-ahí
- Nazi Potter y la Filosofía Perdida - Capítulo 2: La delatora
- Nazi Potter y la Filosofía Perdida - Capítulo 3: El Ángel de la Mazmorra
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