Relatos:El gato y el semáforo
El gato le dio un mordisco al semáforo. Su lengua rosada le había dado un lametón mucho antes, pero nunca se había atrevido a probar un bocado del semáforo de la calle principal.
Apenas dos horas antes había deambulado por delante de una señal de tráfico, valorándola con dos lametones y un ronroneo. La señal había sobrevivido, por ahora. Pronto aquel gato de andar inquieto y zizagueante aprendió a distinguir entre una señal de obra, un mero poste informativo y los siempre escasos semáforos.
Ahora miraba intrigado al semáforo más grande de toda la calle, ladeó el cuello y el collar chocó contra el semáforo, dándole un pequeño sobresalto. Con un bufido vengativo le pegó otro mordisco. Antes de terminar su festín un señor bien vestido con maletín y puro casi le arrolla. El gato retrocede y esta vez con más cuidado asesta un enorme bocado al mismo corazón del semáforo. Sin embargo, no lo disfruta tranquilo pues prefiere desaparecer de allí y dejar a los peatones y conductores preguntándose porqué, desconcertados ante la repentina avería del semáforo.
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Artículo original de Jakeukalane Para proponer cualquier cambio o adición, consulte a los autores. |
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