Relatos:Atardecer lunar

De Bestiario del Hypogripho
Una Lechuza de la gravitación lunar organizando satélites, por Sam Del Russi, modificada por Jakeukalane.

Este artículo tiene elementos que forman parte del Omniverso del Milegu.     Este artículo se compone de contenidos creados por Avengium (Ángel Montero Lamas).  Este artículo está ilustrado con imágenes de Sam Del Russi, modificadas por Jakeukalane, ningún autor adicional y nadie más.  Este artículo tiene una dificultad intraficcional mínima (magnitud 1). Debería resultar accesible para el público en general. 

La especie de los Bhólfony llevaba milenios navegando por el cosmos. Durante ese tiempo habían visto incontable maravillas. Habían participado en miles de eventos gloriosos y en miles de trágicos. Ahora desde el atardecer de su civilización miraban el espacio y contemplaban la belleza impasible de las estrellas.

Su civilización había evolucionado desde su planeta natal hasta extenderse a otras estrellas y finalmente a ocupar buena parte de su galaxia. Tanto su ciencia como su filosofía habían estado en constante desarrollo durante todo el transcurso de su historia y hacia el final de su viaje su civilización seguía siendo pacífica. Claro que habían desarrollado armas, pero solo las habían usado para defender la serenidad de sus asentamientos.

La razón por la que su civilización se acercaba hacia la noche eterna estaba en una esfera distinta de la realidad. Los Bhólfony, en su maestría científica habían accedido a otro Plano de existencia. En este, infinidad de lunas orbitaba a cada planeta. En su análisis de varios centenares de sistemas estelares, los Bhólfony no habían encontrado un solo planeta o planeta enano qué no tuviera al menos 20 satélites de importancia orbitando alrededor de él.

Las estampas y paisajes estelares que componían estas lunas eran realmente bellos para quienes podían contemplarlos pero algo misterioso se escondía detrás de ellos, ya que en sus viajes no detectaron ninguna otra nave o vehículo espacial. Los Bhólfony habían entrado en el patio de juegos de unas entidades ancestrales y estaban apunto de arruinar una investigación que llevaba millones de años en curso.

Cada vez que bajaban a la superficie de un planeta o luna, no encontraban nada ni a nadie, parecía que todos esos geoides estaban deshabitados. Nadie los había pisado hasta ahora.

En cierto planeta rocoso, en el que selvas de color malva se extendían sin término, encontraron una pista de estas entidades. Inscrito con amplios símbolos sobre unos campos de maíz había un mensaje que pudieron descifrar. La escritura era alienígena, y solo se podía leer todo el mensaje desde kilómetros por encima de la superficie. Estaba escrito: "Buhgravlun".

Los Bhólfony habían oído leyendas de estas entidades y decidieron retirarse para no perturbar la tan preciada paz que estimaban estos seres. Pero la paz ya había sido perturbada y había arruinado el arduo trabajo de Gujujuruju, el Buhgravlun que supervisaba ese sector.

Cuando la expedición traspasó esa esfera de la realidad y regresó a su Plano de origen no notaron nada distinto. Pero meses después algo se iba haciendo más común entre ellos.

Cada vez más Bhólfony aparecían petrificados en sus casas y hogares, inmóviles. Las posiciones en las que habían quedado inmóviles eran de lo más variado, la parálisis había llegado a cada uno de manera repentina. Un desequilibrio místico afectaba a los Bhólfony. Una de las fuerzas fundamentales que manejaban los Buhgravlun se había desequilibrado. Y ellos estaban asistiendo resignados a su autorregulación natural.

Ellos, que habían visto incontables maravillas se iban a convertir en una, "los Bhólfony, la especie congelada". Toda una especie petrificada en sus casas, en sus calles y en sus planetas. Esto era lo que sucedía cuando se trastocaban fuerzas fundamentales.

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