Olmegas

De Bestiario del Hypogripho
Las cabezas petrificadas son los únicos restos de los Olmegas que conservamos hasta hoy. De notar que los Olmegas vivientes no estaban hechos de piedra.
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Mitología olmeca:
Cabeza colosal

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Los Olmegas eran una raza colosal de antropoides que vivió en centroamérica de 3500 a 3000 años antes de nuestro presente día.

Estos humanoides pesaban de 50 a 100 toneladas y medían cerca de 12 metros de altura. Aunque ahora sólo nos quedan cabezas pétreas, en su momento estuvieron hechos de carne y hueso.

Su gran tamaño y su porte sobrenatural hacía que estuvieran inclinados a la conquista de razas antropoides menores, como la nuestra. Los Olmegas fueron los reyes, dictadores y tiranos de lo que hoy conocemos como la civilización olmeca.

Los Olmegas practicaban la antropofagia para comer, ya que los recursos naturales no bastaban para saciar su hambre. Exigían sacrificios humanos en gran número, que devoraban.

Los pueblos sujetos a esta práctica pasaron generaciones bajo la cada vez más insoportable tiranía de los Olmegas. El número de los Olmegas creció más en proporción que la población local, exigiendo mayores sacrificios, pensando que su mayor poder físico y presencia forzaría a los pueblos a aceptar sus demandas. Y por un tiempo, tuvieron razón.

Sin embargo, llegó un punto en el que la situación era insostenible. Todos los días cientos de hombres y mujeres eran engullidos por los Olmegas.

Entonces un sabio hechicero olmeca consiguió un ojo de Medusalisco desde el más allá. Con la ayuda del héroe Kukuzcán (un perro con un bonete blanco[1]), fingió ser un delicioso sacrificio, llevando una comitiva de 35 personas y 70 perros (considerados una delicia) para su consumo en un gran banquete de Olmegas. Al remover el bonete para devorar a Kukuzcán (marcado como "el aperitivo"), sin embargo, los Olmegas observaron con horror que debajo de él se hallaba el legendario ojo de Medusalisco. Todos fueron instantáneamente convertidos en piedra.

Para evitar que revivieran, se cortó a los ahora estatuas Olmegas y se los decapitó. Los cuerpos fueron minados por materiales, pero las cabezas fueron conservadas, para que los ahora libres pueblos centroamericanos pudieran recordar para siempre no volver a aceptar ninguna tiranía de ninguna índole, ni inclinar su cabeza a supuestos dioses. El recordatorio, sin embargo, no fue absolutamente exitoso. De hecho e inclusive para el caso particular, centurias después, la gente empezó a creer que las cabezas representaban a grandes gobernantes y deidades de la antigüedad, a las que rezaban por protección.

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