Relatos:Estos par de tragedias

De Bestiario del Hypogripho
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Este artículo tiene contenido que finge ocurrir en nuestro "mundo real", pero es de hecho ficticio.     Este artículo se compone de contenidos creados por Ufelo12 y nadie más.  Este artículo está recomendado para mayores de 16 años. 

Un par de tragedias[editar]

Manuel y Roberto eran dos amigos que recién habían terminado los estudios de secundaria, los dos se conocían desde primaria, estos no se llevaban tan bien como creían sus padres. Al cumplir los dieciocho años se mudaron a un apartamento compartido donde tendrían que convivir para poder mantener su nueva vida adulta, con la suerte de que sus padres los apoyarían económicamente pagando la universidad. Robert no logró conseguir un trabajo fijo teniéndose que subsistir con el poco dinero que conseguía haciendo marketing digital o con recaudo. Mientras que Manuel tenía dos trabajos uno como ayudante en una tienda de electrónica y el otro como empleado de un restaurante de comida rápida.

Estos dos tienen una renta algo cara se podría decir y cualquier deuda que pasen los tres meses terminarían en la calle, esta era de tres mil dólares trimestral ya que este lugar solo incluía, el apartamento, la cocina y un televisor viejo.

Nuestra historia comienza cuando Robert sin darse cuenta termina debiendo dos meses y medio de renta, en los que desaparecía para salir con unos amigos después de la universidad, hasta que un día termina dentro de un basurero del trabajo de comida rápida de Manuel, el cual no se percata de su presencia hasta que fue a tirar la basura escuchando un grito:

—¡Ah!, ¡puta madre! —En ese momento Manuel se da cuenta del grito tras haber lanzado una bolsa negra a la basura, cuando abre de nuevo el contenedor para ver quien estaba dentro se encontró con...

—¿Robert, que mierda haces aquí? —dijo, al verlo dentro.

—¡¿Qué?!

—¡¿Cómo qué?!

—¡¿Qué mierda hago aquí, eres estúpido?! ¡Si lo supiera no estaría preguntando, "¿dónde demonios estoy?" —gritó mientras se levantaba saliendo poco a poco del basurero, poniendo un pie a la vez acabo cayéndose como un idiota, a medida que se levantaba del suelo Manuel dijo:

–Estás en el basurero del payaso, y vuelvo a preguntar, ¿qué mierda haces aquí?

Robert terminó de levantarse y sacudiéndose un poco respondió:

–No tengo idea, solo que encontré la solución, a... ¿A algo? Y que no recuerdo nada.

Manuel movió sus ojos en círculo disgustado y menciono de manera directa e hiriente:

—¡Se supone que deberías estar trabajando!

A lo que Robert responde igual de malhumorado:

—¡Y se supone que tú también, no he recibido suficiente dinero últimamente!, ¿ok? Busqué otra manera y ¡ya la encontré! solo que no recuerdo como...

Manuel lo miro fijamente y dijo:

–Sí, ¿qué resolviste?

Robert sin ninguna idea moviendo sus brazos alzándolo a los lados en modo de confrontación, acabó por llevarlas a su cabeza diciendo:

—¡No sé! ¡Dios!, hay algo que debería hacer no me acuerdo ¿pero, por qué?, ¡yo jamás bebo tanto! Tienes que ayudarme.

Manuel se rio un poco y mirando a los lados dijo:

–Y, ¿por qué debería ayudarte? Tú lo dijiste, debo volver al trabajo.

Mientras Manuel caminaba de vuelta al restaurante Robert lo detuvo agarrándolo de un hombro y chilló "Manuel" con unos ojos de perro chihuahua berrinchudo:

–No puedo pagarlo ahora, no tengo el dinero y podría quedar muy mal parado después de esto. —Lo cual pues claro no le importaba en nada a Manuel ya que, pensaba en Robert como una molestia y que podría conseguirse un compañero de apartamento mejor que él en cualquier momento hasta que dijo: –Llevo debiendo dos meses de renta, si no pago el tercero me echa y yo sé muy bien que tú tampoco tienes para pagarlo completo, y eso que faltan dos días para que se acabe el tiempo de paga ¡y si no pago a tiempo tú...!

Manuel se voltea para tratar de agarrar a Robert del cuello, mientras que este intentando esquivarlo cae con Manuel encima de él, continuando la pelea en el suelo Robert intenta decirle "¡espera, tengo la solución!" mientras Manuel lo ahorcaba frenéticamente. Se detiene por un momento para preguntarle -¡¿En serio, entonces cómo?!

Tomó aire para responder su pregunta:

–Fácil, tengo que recordar, ¿qué hice ayer? Estoy seguro que puede solucionarlo todo.

Manuel vuelve a intentar ahorcarlo hasta que Robert dice:

—¡Espera! Es Mina.

Robert apunta atrás de Manuel y ven a una chica asomada en la puerta trasera del restaurante mirando a escondidas, cuando fue descubierta esta solo dijo:

—Tranquilos pueden continuar en lo suyo, solo piensen que no estoy aquí.

Manuel se levanta para girarse a ella y decirle:

–Aquí no sucede nada raro, Mina, no andes inventando cosas nuevamente.

La chica hace una pequeña risita mientras que Robert se para nuevamente del suelo cuando suena su teléfono.

—¡Sí, tengo el teléfono conmigo! —exclamó mientras lo sacaba de su bolsillo delantero, cuando vio a la pantalla observo un recordatorio que decía ("Recuerda ir al centro médico a las 2:00 pm").

—¡Esta es nuestra pista! —gritó mientras se reía de la emoción a lo que le responde Manuel:

—¿Y qué, no será una cita para revisar si tienes algún trastorno mental? ¡Porque eres un completo idiota!

Posteriormente se lleva las manos a la cabeza y dirigiéndose a Mina dice:

—Bien, Mina ¿puedes cubrirme esta media hora que falta para las doce? Te agradeceré después por el trabajo.

A lo que Mina niega con la cabeza y dice:

—Solo es una media hora. Además, no me quiero perder esto, ¡jajaja!

Entonces Manuel y Mina tuvieron que terminar de trabajar llevándose arrastras a Robert para limpiar lo más rápido posible.

Cuando se hicieron las doce lograron todo lo posible para dejar ordenado el establecimiento antes de irse. Terminaron saliendo a las doce y media, fueron corriendo para el centro médico que quedaba una hora a pie dejando a Robert exhausto y todos sudados, cuando llegaron a la máquina expendedora de agua bebieron tanto que la máquina vendió el doble de lo normal ese día, en el momento que se calmaron y entraron al centro médico un doctor como de dos metros afroamericano reconoció a Robert y lo atendió amablemente diciendo.

—¡Robert, qué gusto verte! Creí que no habías aguantado lo que paso anoche —Robert se exaltó y abrió los ojos como si fueran la yema de dos huevos fritos contestando:

—¡¿Qué?! ¿Qué paso anoche? —El doctor se rio y le dijo:

—Tranquilo, es un efecto secundario del alcohol, la falta de memoria, pero fue que te excediste. —Después de decir eso se carcajeo y continuó diciendo—: Bien, ya tengo a las enfermeras listas para que te saquen la sangre y tranquilo, los efectos ya deben haberse acabado.

Robert seguía sorprendido, Manuel tenía una sonrisa malévola en su cara y Mina estaba toda roja sonriendo de la misma manera por lo que le siguió preguntando:

—¡Aguanta!, un ¡momentico!, ¿qué rayos paso anoche?

El doctor le dijo tranquilamente:

—Bueno anoche conseguiste hacer tu último trabajito, tranquilo sé que habrás guardado todos los "resultados" en alguna parte, no sé bien donde, aunque da igual con la transferencia que te haré mañana será suficiente.

Manuel intervino un momento y preguntó:

—¿Paga? ¿De cuánto hablamos?

El doctor respondió revisando una tabla de anotaciones que llevaba debajo el hombro respondió:

—Son treinta y cinco dólares por plasma, hoy solo podremos sacarte un litro así que bien.

Manuel se sorprendido continuo preguntando:

—¿Treinta y cinco? Bueno, ¿puede sacarme sangre a mí también?

En ese momento el doctor lo hizo pasar por una inspección rápida, preguntándole si tenía alguna enfermedad venérea o algún problema en particular, Manuel respondió a todo que no, lo cual abrió paso a las enfermeras para sacarle plasma a estos dos cuando Manuel accedió a donar, para cuando salieron Robert se estaba casi desmayando y Manuel estaba más o menos bien, sin más pistas pensaron: «¿dónde podrían encontrar los mililitros de "resultados" de aquella noche?»

Mientras regresaban no dejaba de pasar por la cabeza de Robert, "¿qué clase de cosas habrán sucedido anoche?", negando cada cosa horrible que se imaginaba, mientras que Manuel se preguntaba, "¿dónde mierda habrá puesto tantos frascos de esa cosa?" Pero sobre todo Mina estaba interesa en saber "¿Qué cosas locas habrán pasado entre el doctor y Robert?" Esto paró cuando por fin llegaron al apartamento de ellos dos, mientras Roberto se lanzó a la cama para descansar, Manuel pone manos a la obra a buscar por todo el apartamento el cual no era tan grande con únicamente una sala-cocina con un baño al lado y un solo cuarto con literas, buscaron sin éxito. En ese momento Mina, que era su vecina y muy amiga de Manuel, se fue a su apartamento en busca de comida para luego volver y pasarla con sus dos "camaradas". En eso, después de buscar Manuel, se pone a hacer la cena para dormir y seguir al día siguiente.

Puesto que a la mañana siguiente Robert dormía como un bebé en la cama de debajo de la litera con Manuel en la de arriba, esto se interrumpió cuando escuchó golpes en la puerta. Manuel se baja cuidadosamente por una pequeña escalerita, abre la puerta a la sala y ve a Mina acostada en el sofá con la boca abierta roncando como una morsa. Prosiguió dirigiéndose hacia la puerta. Al abrirla, observa a una mujer muy hermosa con una gran caja en sus manos la cual pregunta:

—¿Oye, este es el apartamento de Robert? —Manuel responde que sí y la chica continuó diciendo—: Muy bien, dile que aquí tiene lo que me encargó además, me encantaría que volviera, lo que hizo aquella noche me dejo encantada y bueno, ¿si tú también quieres venir? Encantada.

La mujer le entrego la caja a Manuel y se fue tranquilamente, no pidió sellos ni firma solo entregó y se marchó. Algo extraño. Entonces, cerrando la puerta, despertó a Robert optando por poner la caja en una pequeña mesa frente a Mina, posteriormente también llenando un vaso con agua fría para echársela en la cara, haciendo que se levantara enojada y echando humo. Se sentaron para poder abrir la caja y observar que había dentro, Manuel agarra un exacto y cortando la cinta abre el paquete para agarrar algo de su contenido hasta que gritó:

—¿Qué mierda es esto? —Había tomado una de las capsulas, la cual soltó rápidamente dejándola caer devuelta a la caja. Después volvió a gritar—: ¡Su puta madre, son los parientes de Robert!

Mina se hecha a reír mientras que Manuel corre al baño a lavarse las manos Roberto comenta:

—¡Ajá! ¿Así que aquí te encontrabas? Ahora me acuerdo. Fueron semanas de la cosa más buena en toda mi vida, el doctor y yo fuimos a un lugar de mala muerte a por unas chicas que me ayudaran en esta. Salvaje misión me hicieron pruebas y todo para llevarlo hoy ¡ya sé que debemos hacer! —después de ese comentario grita alegremente—: ¡Sí! No me cogí al doctor. Solo fuimos por juegos de azar y mujerzuelas!

Mina le pregunta a Robert:

—¿Entonces tu plan era vender no sé? ¿Cincuenta capsulas de semen?

A lo que contestó:

–No solo eso, hicimos un vídeo mientras lo hacían por eso es que tengo suficiente dinero para pagar tanto la renta ¡como el agua, el Internet! Y… ¡y putas, jajajaja!

Mina todavía seguía confusa pensando (¿cómo esto pagaría los dos meses de renta?) en ese momento se vistieron bien para ir al banco de esperma.

Al llegar la señora les dijo que eran setenta dólares por cada capsula, la señora ya tenía un informe completo hecho por su doctor de confianza, por lo cual las cincuenta capsulas que cargaban terminaron siendo aceptadas y valiendo por tres mil quinientos dólares a lo que Manuel le pregunto a Robert en la recepción:

–Espera, treinta y cinco en la sangre más tres mil quinientos. Bien, con eso ya pagamos los dos meses de renta ¿pero no dijiste que estabas resuelto, qué pasa con este mes?

Robert dijo que no se acordaba de nada más hasta que apareció la casera entrando al banco, la cual se sonrojo al verlos a los dos en la recepción. Ella pasó con una bolsa y sin poder evitarlo intentó hablar con Roberto diciendo:

–Bien no juzgo tus medios, pero al menos la próxima vez ¿puedes ser algo menos apurado? Y si dicen algo de esto a quien sea los mato.

Robert no tenía ni idea a que se refería hasta que después de intercambiar la bolsa por algo de dinero, se volvió a decirle:

–Si planeas hacer otro video, llámame

Mientras ella se iba Robert le comento a Manuel:

–Creo que ya sé cómo lo logré.

A lo que le responde:

—¿Por qué hiciste todo esto? ¿No podías guardarlo todo en algún lado, le dijiste a una empleada de allí que te mandara todo esto? Y ahora, ¿la casera?

Por lo que Robert le dice:

–No sé si lo notaste pero todos estos días he llegado medio muerto a casa. ¿Acaso no te fijas en algo más además de ti? O, ¿acaso en serio te molesta tanto vivir conmigo?

—¡A mí tampoco me gusta! —Robert termina sentándose en una de las sillas de la recepción mirando al piso y continuo diciendo—: No todos tenemos la misma suerte Manuel, tú tienes un buen trabajo fijo eres tan bueno que puedes hasta hacer uno de medio tiempo sin problemas. Mientras que yo no tengo antecedentes útiles. Ni una recomendación.

Manuel se sentó a su lado mientras que este todavía se encontraba mirando a sus zapatos, respira profundamente y con un suspiro le comenta:

—Pudiste pedirme ayuda, te podría haber ayudado a que te contrataran o simplemente ayudarte pagando más de la cuenta.

Robert levantó la cara un poco dando a ver que estaba intentando aguantar el llanto, se arregla rápidamente con la mano e intentando abrazar a Manuel este trata de apartarlo con la mano, sin mucho éxito acabaron llamando la atención de la empleada que los miraba de manera extraña este exclamó:

—¡Nada raro pasa aquí señora! —Ella voltea un poco avergonzada de vuelta a sus papeles.

Mientras que en el apartamento de ellos dos, se encontraba algo extasiada Mina, por no decir que:

—¡Dios! Debo decir sabe moverse el puto, bueno ahora ya sé de donde saco el resto del dinero… —dijo mientras veía su teléfono. Posteriormente yendo al baño para no dejar ningún rastro, siendo que no quería que se enteraran ellos para que cosas usaba la copia de la llave de su cuarto.

Concluyendo con eso termina la historia.

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