Ensayos:Prohibido obedecer
ADVERTENCIA DE CONTENIDO: Este manifiesto es un ensayo sobre tópicos de ética. Algunos lectores pueden estar en desacuerdo con los puntos de vista presentados. | El Bestiario del Hypogripho como proyecto no es responsable ni necesariamente aprueba los contenidos que publican sus autores. |
0- Todos los grandes manifiestos son una serie de afirmaciones gratuitas, de escasa o nula justificación y sin embargo sostenidas en una mezcla de la intuición y el poder puro de convencimiento del carisma que solo puede poseer la completa arbitrariedad con absoluta seguridad.
0.1- Cada persona sabe lo que resuena con ella, tiene un acceso intuitivo a la verdad que yace tanto en el mundo como en el interior de sí misma. La verdad es la sustancia misma de la que estamos hechos; las instituciones y el condicionamiento social pueden encubrir este hecho, pero no pueden borrarlo.
1- La sociedad no es una entidad-sujeto moralmente válido. La sociedad solo se preocupa por el ritual y su "Moralidad" es una mezcolanza de costumbres, tradiciones y poderes de facto. A la sociedad como tal no le interesa el accionar ético, solo el mantenimiento del statu quo.
1.1- Incluso en los momentos revolucionarios la sociedad solo es cooptada por estamentos subversivos en base a consignas conservadoras como "asegurar el pan de cada día".
1.2- Se ha dicho por principio que una multitud es tan estúpida como el más torpe de sus miembros. Sin embargo, seguramente estudios rigurosos demostrarán que es aún más imbécil, de la misma manera que al moverse es más lenta que el más lento entre ellos, por las contradicciones y dificultades en su curso. Hemos de agregar como su equivalente funcional que, de la misma manera, una multitud es tan inmoral como el más taimado de sus integrantes - y más inmoral aún, puesto que en la multitud cualquier bajeza individual que de otro modo quedaría revelada, permanece camuflada, anónima, oculta y validada por la pertenencia. Es científico el estudio del efecto espectador, donde quien de otro modo ayudaría a alguien en peligro o en miseria, no lo hace por considerar que esa responsabilidad corresponde a un indefinido "otros" de la muchedumbre. Pero este mismo efecto resulta invertido cuando todos en la muchedumbre participan de algo... con cierta frecuencia la persecución, la destrucción, la quema, el linchamiento. Resulta entonces no menos evidente que como la multitud, o más notablemente aún la multitud en la "civilización", es estúpida e ineficaz por una dinámica tanto divisiva como sustractiva de cualidades, lo cual revela una sinergía negativa (de la misma manera que el pánico de gritar "fuego" en un área abarrotada de distinguidos ciudadanos puede lograr que cientos mueran aplastados en la estampida humana); de mismo modo hemos admitir que este mismo principio multitudinario de sinergía negativa aplica de modo prácticamente idéntico a sus cualidades éticas. En otras palabras la muchedumbre no es sólo intelectualmente inepta y logísticamente incapaz, sino también, de forma clave, moralmente inoperante e incluso corrupta.
2- La iniciativa moral yace entonces siempre en el individuo. Un individuo que reacciona contra lo que percibe como inaceptable injusticia, como sobrecogedora hipocresía. La reforma empezó con la indignación de Lútero, el marxismo obviamente con la indignación de Marx. La articulación de las aspiraciones revolucionarias es una tarea que recae en los hombros de una persona, a la cual se va sumando la indignación de otros excepcionales como una especie de grumo o bola de nieve.
2.1- Pero debe recordarse en este contexto, en una avalancha no cae toda la nieve al mismo tiempo. En un derrumbamiento con más frecuencia es uno solo el punto de falla que termina tirando a todo el edificio. El resto cae por su propio peso.
3- La tarea revolucionaria es convertirse en el punto de falla del sistema y este punto de falla solo puede ser moral. Marx habló de la "superestructura" ideológica, pero quizás vale más hablar de la "subestructura" del sistema en el subconsciente.
3.1- La gente "normal" solo reconoce la obediencia a la autoridad, como aquello que es lo natural, lo aceptable o lo bueno. No se les ocurre criticar estas premisas. Las críticas van dirigidas al accionar de políticos o empresarios indiviuales pero no al sistema todo que los engendra.
3.2- La "revelación" misma de que existe un sistema y que este sistema es susceptible de ser alterado es algo que permaneces invisible y oculto tanto a las masas como la gente del común. El sistema es siempre algo "natural" que debe ser respetado. Las críticas a políticos o empresarios siempre son alimentadas y contextualizadas en la forma de "transgresiones", "irregularidades" e "ilegalidad".
3.3- Pero precisamente el mayor enemigo es esta noción de la "legalidad" como "moralidad", aquello que lleva todas las aguas al molino de la derrota de cualquier aspiración de cambio, a la reabsorción por el sistema de aquello que debería desafiarlo.
4- El rol del individuo debe ser el afirmar su "dictadura moral" sobre su propia vida. Es decir, su soberanía sobre la noción de ética. Podemos asimilar esto al Superhombre nietszchiano pero va más allá. Lo que debemos presagiar es el fin de toda dominación moral de la tradición social sobre el individuo. La victoria de la autodeterminación de lo que es bueno por medio de procesos intrasubjetivos. Solo el individuo puede definir lo que es bueno; la ley no puede hacerlo por él.
4.1- Las leyes del Estado están diseñadas para suprimir, someter y dominar; su apariencia de moralidad es solo un fino barniz para camuflar esa dominación. Por lo tanto nunca podríamos definir lo que es bueno de lo que es legal ni sustituir lo uno por lo otro, ni derivar la moralidad de la ley ni asumir la moralidad en la ley; ni consecuentemente, la inmoralidad en quien la rompe. Palabras como "criminal" o "delincuente", en tanto y en cuanto solo definen a quien rompe la ley, carecen de valores éticos factuales. Podríamos decir que en el sentido moral son más "criminales" quienes definen la ley y la aplican que quienes la rompen.
5- En tanto y en cuanto la sociedad se somete a la "moral" de la ley, es decir al automatismo de la tradición institucionalizada (formal, e incluso informalmente), todo lo que provenga como juicio de valor social generalizado hacia la vida de cualquier individuo es inválido. El juicio general que pasa la sociedad a los "presos" y otros considerados marginales como los "villeros" y aún los "ladrones" del pormenor, carece de sentido ético.
5.1- Como reza un adagio: Los pequeños ladrones van a la cárcel y los grandes son elegidos para gobernar. Los mafiosos de poca monta están en las comisarías (¿De qué lado de las rejas? De ambos); los mafiosos de alta gama son nuestros diputados que escriben las leyes, y nuestros magistrados que las "aplican".
5.2- Ya estaba esto en la historia del pirata apresado por Alejandro Magno: A quien aterroriza los mares para su beneficio con una pequeña nave es un delincuente; el que hace lo mismo en vastas extensiones extorsionando y saqueando con su gran flota y sus ejércitos, se le llama "Emperador".
5.3 El Emperador de este mundo está simbólicamente desnudo, y sin embargo todos a nuestro alrededor insisten en fingir ver sus ropajes, no sea que se conviertan ellos mismos en los "delincuentes" a los que se espera que condenen para mantener su propio sentido de superioridad moral. Nadie quiere quedar del lado opuesto al Imperio por miedo a ser castigado; todos quieren estar del lado del Imperio para ser recompensados.
6- Imperio significa "comandar obediencia". La obediencia humana es el único poder de los llamados poderosos. Como tal es un poder cultural y moral: El poder de hacer que otros les obedezcan. Dinero, infraestructura, títulos de propiedad; todas estas son "fichas", ficciones y tradiciones (que es lo mismo) legales e informales con un solo propósito: Compeler la obediencia. Sin quien esté dispuesto a que algo que pertenece sea vendido el dinero no tiene valor. Sin que alguien esté dispuesto a ejercer la violencia en nombre de quien posee el título de propiedad, o de que el resto la respete, la propiedad legal no tiene valor. Sin que alguien tenga la obediencia de ir todos los días a hacer los trabajos de mantenimiento y administración para los dueños y señores, la infraestructura no tiene valor. Obediencia, obediencia y obediencia.
6.1- Ser hijo es ser obediente, ser alumno es ser obediente, ser fiel a una religión es ser obediente, ser ciudadano estatal es ser obediente, y ser un empleado, obviamente, es ser obediente. La obediencia es el mandato primero y final de nuestras vidas. La obediencia es de lo que se supone que estemos hechos. De la cuna a la tumba lo que se espera de nosotros no es más ni menos que obediencia. Esta es nuestra "moral de esclavo", este es nuestro rol en el sistema.
7- La propuesta de una desobediencia moral individual es entonces la única propuesta transformadora que existe y puede existir.
7.1- La desobediencia ética y moral es dejar de juzgar y sentirse juzgado por lo que estamos condicionados a juzgar. Es perder la vergüenza de estar en la mirada del guardia del panóptico y de los otros prisioneros. Es el valor de decir "yo no estoy mal; todo está mal, absolutamente todo esto que sucede en el mundo está mal, pero yo no". Esto es lo que hizo Espartaco, lo que hizo Lutero, lo que hizo Giordano Bruno, lo que hicieron Sócrates, Descartes o Marx; y si se quiere también, lo que hizo el mismo Jesús de Nazaret. Y también lo que hizo Mauricio Yattah. Todos ellos dijeron "Ellos creen que me juzgan, pero soy yo el que los juzga. Ellos creen que pueden condenarme, pero soy yo el que los condena".
7.2- Como dijo Durruti, no temamos enfrentar al mundo, no temamos siquiera destruirlo; lo que debemos atesorar es el mundo diferente que llevamos en nuestros corazones. Este vale más que todas las túrgidas y bochornosas ciudades, que todos los campos de cultivo y de concentración, que todos los palacios de justicia y de gobierno y los de los ricos; y de quienes falsamente se llaman "Poderosos".
7.3- La verdadera fuerza es la fuerza inquebrantable del creador de ética; el transformador del mundo puede ser condenado a muerte, al exilio, a la infamia en vida. Como dice Gandhi: el mundo tal cual es, la sociedad estólida y corrupta puede reirse, puede denunciarte, puede luchar y patalear. Pero lo que no puede hacer es vencer la convicción absoluta. La sociedad es la débil frente al individuo. Al final es ella la que no puede resistir ser transformada.
7.4- ¿Cuántos recuerdan los nombres de quienes condenaron a Sócrates, o sus supuestas ideas? Es la memoria del profeta la que vence las garras de la infamia. Thomas Jefferson fue quien dijo que el árbol de la libertad debe ser regado periódicamente con la sangre de "patriotas y tiranos". Yo diría también que el vasto bosque de la sabiduría, del conocimiento y de la convicción debe ser nutrido por los restos mortales de los disidentes inquebrantables, que nos recuerden el valor de la desobediencia humana.
8- Debe tomarse consciencia de la dimensión absoluta de la rebelión en contra de todo lo que se considera normal, bueno, incluso "sagrado". Una dimensión absoluta que requiere también un compromiso absoluto. Que se recuerde que el motivo de la condena a Sócrates fue "desafiar a la democracia", fue "cuestionar a los dioses", fue "corromper a la juventud"; fue caminar en la cara de los sabios y gobernantes en público y decirles que todo lo que creían estaba mal, que todo lo que pensaban era falso. ¿Y no "mataríamos" de cualquier manera todavía a Sócrates si viviera? Pero esta, también, fue su victoria. Cuando se esperaba que escapara, cuando se le daba a Sócrates la altrnativa de escapar, de un exilio deshonroso y de una muerte en la ignominia, él prefirió beber la cicuta. Al aceptar la condena recalcó su injusticia y rechazó lo que se esperaba, que fuera un prófugo, un bandido. Similarmente, a Giordano Bruno bajo la agónica tortura se le dió la posibilidad de "retractarse" de su doctrina de una infinidad de estrellas, sistemas solares y planetas con vida. Pero prefirió morir por su verdad que vivir para validar una mentira.
8.1- Para que el desafío moral a la sociedad sea efectiva es necesario llevarlo hasta las últimas consecuencias. No debemos creer que la sociedad moderna teme para nada en estigmatizar, perseguir, encarcelar y hasta matar de una variedad de maneras a sus disidentes. Las agencias de inteligencia lo saben bien. Assange, Manning y Snowden lo saben. Gary Webb lo sabía. Los desaparecidos de Argentina, Brasil, Chile y el resto del mundo lo supieron; incluso durante las "democracias". El Estado moderno es más insidioso que el antiguo, porque no validará un juicio público contra quienes se le oponen, no le dará una oportunidad de defender su caso. El disidente aparecerá muerto, ahogado, ahorcado, o "suicidado", o directamente no aparecerá. Los responsables siempre permanecerán en la sombra. El sistema no teme hacerle esto a los suyos cuando se convierten en una carga, como lo descubrió sin dudas Jeffrey Epstein, asesinado frente a las cámaras misteriosamente apagadas siendo un prisionero de alto riesgo en el caso de más alto perfil del planeta...
8.2- El Estado es mentiroso, su propia vida es la mentira y dependerá de la mentira hasta su último suspiro, como lo hizo Videla quien sostuvo que los desaparecidos "No tienen entidad" y "No están ni vivos ni muertos". Pero Videla no era un dictador verdadero, Videla era parte de una junta, parte del un aparato, un engranaje en un sistema inmenso que alegremente lo puso donde estaba; Videla al ser un militar era "obediente". No estaba para mandar en sus términos sino para obedecer todo eso que la sociedad reaccionaria en la que nació y se crió había educado en él. Videla fue seguramente un buen hijo, un buen padre, un buen militar; y sobre todo un buen presidente y un buen perro del Imperio. Hizo todo lo que "debía" hacer y expiró estando seguro de su deber y seguro de su obediencia. Para toda la inmensa conformidad social Videla no fue malo; los periódicos aplaudieron su golpe, la televisión celebró su gobierno, la sociedad toda -así se dijo- "respiró con alivio" su ascenso al poder. Los políticos lo validaron, los partidos le obedecieron y repartió prebendas e intendencias. Y durante todas estas décadas seguimos escuchando cada tanto "esto con los militares no pasaba". Videla, como Hitler, como Franco, fueron en su tiempo buenas personas, seres ejemplares, especímenes excepcionales de la moral y el deber.
8.3- Solo los disidentes sintieron moralmente la repugnancia ética de los regimenes de opresión, que continúan hasta hoy. Y estos disidentes fueron (y son) callados, silenciados, siendo que la vasta y laboriosa comunidad de hombres y mujeres esforzados y trabajadores consentía, si no aplaudía, su encarcelamiento, su supresión, su asesinato. Y Videla, y Hitler, y Franco como un sinnúmero de otros, no fueron nunca depuestos por sus pueblos; esas "personas de bien" calladas, sumisas, obedientes y acaso ocasionalmente jubilantes de tener tanto orden. Para parafrasear a Proudhon ; "¡He ahí la sociedad civil, he ahí su moral, he ahí su justicia!"
8.4- Podemos decir más: Mientras la persona sabe y está al tanto en alguna medida no trivial de que se secuestra, se tortura, se extorsiona y se asesina desde las instituciones (no sólo en la última dictadura cívico-militar, sino a través de toda la historia, alrededor del mundo, e incluso hoy), aunque el ser individual lo conozca y en su suprimido interior ético lo rechace; su outfit exterior y social, el ciudadano, puede fingir multitudinariamente ignorancia y por lo tanto, como "el público", profesar no saberlo, no estar informado, no estar enterado ya que esta información "no es oficial", "no está validada" y solo constituye "un rumor" o a lo mucho "una opinión". La tortura, como se "debatía" en EEUU en los años de Bush, o bien es necesaria, o bien es legal, o bien es "técnicamente" inexistente; la tortura no es real, si es real no es formal, y si es formal es justificable. En la paradoja de la opinión pública, así como en la paradoja de las afirmaciones institucionales, cada estatus mutuamente contradictorio de estas afirmaciones se puede dar simultáneamente y como refuerzo uno del otro, cuando toda lógica debería desmentir cualquier ápice de su compatibilidad y por lo tanto de su credibilidad. Pero a través de la magia del la fusión y fisión que permite el aglutinamiento institucional y cívico, se permite la extemporalidad, la despersonalización y la "desfactificación" de la "opinión pública", del discurso institucional e incluso de "la legalidad". No hay hechos sino los hechos que el Estado reconoce y las instituciones validan; lo demás son interpretaciones y opiniones, y las opiniones contra los *hechos reconocidos* no están validadas. El ciudadano puede reafirmarse en su simulacro de integridad social y de autoimpuesta "ignorancia", puede continuar su existencia cotidiana sin sentirse amenazado más que por un estado de alerta vago y general (no el terror particular y personal que se le intenta forzar sentir al disidente), porque el Estado y los medios de comunicación oficiales u oficializados validan que "vive en ignorancia", que no se tortura, que no se secuestra y que no se desaparece, que en la medida que sí se lo hace desde las instituciones no es "realmente" tortura o secuestro o desaparición, y que si lo fuera igualmente estaría justificado. Por lo tanto el ciudadano de bien en su vida y en su trabajo, incluso en su trabajo como policía o como militar, puede creerse la mentira verdadera de que "Oficialmente" no sabe nada de lo que está pasando y "Oficialmente", "Técnicamente" no participa de la guerra, la tortura, el secuestro o el asesinato (aunque incluso tal vez sí lo haga de "Interrogaciones especiales", "Operaciones antiterroristas", "Aplicación de estado de excepción" y similes, todo muy "legal", al menos nominalmente hablando; lo meramente nominal siendo la única dimensión institucional de la legalidad).
9- Las inmensas mentiras tienen una relación antagónica con la perpetuidad y aún con el breve tiempo humano. Empero no es necesario que las falsedades fácticas más descaradas sean sostenidas más tiempo que en el que se desarrollan las atrocidades encubiertas. Una vez realizados los hechos supresivos y/o asentadas las transformaciones opresivas, la mentira abierta y directa, queda incrementalmente obsoleta y es abandonada paulatinamente. Sabemos de la colonización, de la explotación, de la dominación, del genocidio, de la esclavitud, del látigo; se nos dice que todo eso "ya pasó y qué se le va a hacer". Pero lo que sucede es que las mismas instituciones nos dominan; utilizan hoy nominalmente otros instrumentos más "sofisticados" (véase etimológicamente, alterados por una sofística de mayor orden), pero el mecanismo de base, la esencia de su accionar y sus intenciones y motivaciones permanecen básicamente inalteradas como lo han hecho por la totalidad de la historia... ¿Cómo podríamos realmente creer que las guerras desde Asiria y Babilonia hasta las batallas coloniales del siglo diecinueve eran por conveniencia y dominio por milenios, pero "repentinamente" cuando la fecha se acerca a nuestra vida, las guerras son "morales"? ¿Vamos a fingir que nuestro tiempo es tan excepcional en tener justamente ahora guerras buenas, cárceles buenas, instituciones buenas, como si los centenares de generaciones que nos precedieron no hubieran, documentablemente, sido persuadidos de lo mismo? Esta es la deliberada e injustificable ingenuidad con la que se entrena a la masa.
9.1- A medida que los hechos del pasado se destapan o se "des-cubren", la sociedad civil eventualmente tiene que recuperar a los disidentes que mató (y asignarle el hecho a alguna figura externa, un útil chivo expiatorio como los "dictadores militares"), pero al hacerlo los convierte en meras "víctimas". Pretende abrazar su figura, su foto y su nombre, pero desprecia y odia su causa, o la distorsiona hasta que su visualización es irreconocible respecto a la original. La sociedad civil finge repudiar a los "dictadores" una vez que estan caidos e impotentes, pero se construye en el marco legal y sociopolítico que estos diseñaron. Ensaya consignas y eslóganes de "tolerancia" e "inclusión" para legitimar su dominio, pero está en gran medida y en todo momento lista, incluso ansiosa, por la aplicación de una nueva dictadura; pide "mano dura", demanda penas, policía, vigilancia, control. La "sociedad civil" desea activamente ser controlada, estructurada, regimentada; y desea que sus elementos disidentes sean reprimidos, suprimidos, aniquilados. ¿A alguien le puede caber duda de que los desaparecidos, si actuaran hoy, serían de nuevo desaparecidos? En la medida en que la disidencia existe y en la medida de lo necesario para "mantener el orden", sigue siendo suprimida con todas las herramientas disponibles. Desde los "hermanos rebeldes" en la familia hasta los "chicos problema" (sic) en las aulas hasta los "empleados conflictivos" esto es así. Nuestra sociedad tal como es desea esta opresión porque esa es su contitución, ese es el condicionamiento original de su ser, el propósito de su organización, la manifestación estructural de su propósito y su esencia; el fin para el que el constructo mismo de la "sociedad civil" y todos sus componentes fueron creados.
9.2- Si el ciudadano ejemplar es el leal exponente de quien repite la mentira y, o bien la cree o bien finge creerla, solo el disidente tiene la verdad, tiene que vivir en la verdad y tiene que morir en la verdad; y si muere es porque realmente estuvo vivo. El resto de la sociedad es la que no está ni viva ni muerta; está desaparecida. Pero desaparecida en pensamiento, desaparecida en acción, desaparecida en el automatismo de toda su vida y de todo su simulacro de existencia, su simulacro de indignación, su simulacro de superioridad y sin dudas su simulacro de moralidad. Ser "moral" para la moral de las cámaras de seguridad, de las cámaras de comercio, de las cámaras de "justicia", para evitar las amenazas de las las recámaras de encierro y de tortura. Esa moralidad no es moralidad en absoluto. El Estado quiere forzar a todos a seguirlo en su mentira.
10- Pero la fuerza del individuo en la insurrección de su verdad, que solo puede ser en principio completamente personal, es más fuerte que la coacción de la mentira.
11- Si se escucha la voz interior más profunda, si se examina con cuidado la distancia entre la palabra y el hecho, cualquiera puede llegar a la conclusión justa; justa no para la costumbre, para la ley ni para la obediencia, pero necesaria para la ética que bien susurra bien grita sordamente en lo más hondo del ser:
Queda terminantemente prohibido obedecer.
⚜️[editar]
![]() |
Artículo redactado por NimoStar Para proponer cualquier cambio o adición, consulte a los redactores. |
![]() |
---|
* Este artículo está bajo una licencia CC BY-NC-ND 4.0 (Atribución-NoComercial-No derivados)
Citar es correcto, publicar versiones alteradas (o adulteradas) no se permite. Como excepción, se pueden publicar variantes si se cambia el nombre y sus referencias.