Ensayos:Panegírico de la derrota

      

Tal vez es cierto que solo nos conocen en la derrota, y que solo nos conocemos cuando fracasamos. Entonces debemos enfrentarnos, no en nuestros aciertos, sino en nuestros errores. Si sobre nuestros ojos cae el odio del mundo, estamos en la necesidad incomparable de preguntarnos: ¿Quién soy para mí?. Ah, si hubiéramos vencido, ¡Cuán ocupados estaríamos disfrutando de las uvas! Demasiado para pensar si las merecíamos, si las queríamos siquiera. Es en la derrota donde todo se coloca bajo la lupa, donde la obligación de cuestionarnos qué-salió-mal nos lleva, paso a paso, por unas negras escaleras, al núcleo insospechado del qué-debería-ser. Sí, solo la derrota nos muestra ese reflejo más claro que la misma visión, ese contorno de formas que sin embargo llegan a ser tan obvias incluso en la oscuridad absoluta. Podemos deleitarnos entonces con los placeres más minuciosos; el desmembrar no sólo los secretos de cómo obtener el éxito, sino, más específicamente, las minucias sobre si el éxito siquiera vale la pena, si cubre su costo, si redime a su cultor.

Incluso entonces podemos, no solo, como en el primer instante, envidiar al victorioso por envidia; sino, de manera más importante, compadecerlo desde la sabiduría por lo tosco de su alegría, por lo superficial de sus planas "aspiraciones", por lo hueco de su "victoria".

Ni el champán ni las rosas, ni el oro ni las coronas de laureles, permiten estos momentos.

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	Artículo original de NimoStar Para proponer cualquier cambio o adición, consulte a los autores.

18/09/2022, Hta. 02:58 HS