Ensayos:Naturalismo y artificialismo - Caras de la misma moneda

De Bestiario del Hypogripho

Ensayo de crítica integral: NATURALISMO Y ARTIFICIALISMO COMO CATEGORÍAS PROTOFASCISTOIDES

Este artículo tiene contenido abordado desde la perspectiva de la "vida real".     Este artículo tiene elementos redactados por NimoStar. Click para ver todos los artículos de este autor. 

Es importante notar que mi examinación aquí presente se trata de dos "extremos" microculturales análogos de la interpretación de deseabilidad/necesidad en su ubicación de la gradación natural-artificial. En otras palabras, los que quieren "regresar a una era donde todo era natural", y los que quieren "avanzar a una era donde todo será artificial". Sin embargo, aunque éstas apreciaciones de deseo/necesidad sean en sí extremas, no son más que interpretaciones de un fenómeno más amplio. En verdad, la percepción de tal gradación y contraste entre "lo natural" y "lo artificial" es en sí un fenómeno macrocultural que permea a todo nuestro tejido ideológico social. En el presente escrito pretendo criticar no sólo a las ideologías específicas de tales "grupos extremistas" (lo cuál sería un ejercicio más o menos inútil en "moderacionismo" y por lo tanto una defensa indirecta del status quo cultural híbrido), sino fundamentalmente cuestionar los conceptos esencialistas de "natural" y "artificial" que dan sustancia aparente a éstos ejes. En lo posible también habremos de plantear una redefinición y conceptualización más útil, capaz de reemplazar el vacío explicativo que dejaría la disolución de la forma actual de esas categorías.

Pureza metafísica[editar]

El deseo de una sociedad "pura" parece ser lo que motiva a ciertos movimientos culturales y sociopolíticos. Éstos desean una base "metafísica" para la organización de la sociedad; para determinar y justificar qué debe ser alentado y qué debe ser prohibido. Qué es "lo bueno", y qué constituye "lo malo" que se le opone (y/o viceversa: Denunciar lo malo también puede utilizarse como base para establecer retroactivamente lo bueno).

Pero éstas categorías son necesariamente imperfectas pues ellas mismas proceden de la cultura, y no, como se pretende, de alguna suerte de fuente de conocimiento objetivo más allá de ella. Los artificialistas adoran a la ciencia pero pocas veces reconocen sus sesgos y limitaciones. Su deseo de una sociedad puramente tecnocrática les hace despreciar y distorsionar todo cuanto perciban como "primitivo". Por el contrario, los naturalistas y su obsesión por volver a una utopía primordial desprecian en principio todo aquello que sea "artificial".

Categorías amorales[editar]

Pero "natural" y "artificial", incluso si fueran categorías con algún peso objetivo, nunca pueden determinar de por sí "lo bueno" o "lo malo" sino por tautología. Al final, la asignación de éstas cualidades parece ser arbitraria más allá de, precisamente, una preferencia cultural.

Las ideologías pragmáticas como anarquismo-comunismo e incluso el liberalismo no se preguntarían qué es "natural" o "artificial", sino qué cosas son adecuadas a ciertos fines. Los fines pueden ser la liberación, la dominación del ser humano o de su entorno, o su abolición; pero cualquier herramienta coherente con éstos objetivos es legítima. No se juzga su proveniencia categorial como algo "natural" o "artificial", sino meramente su utilidad en alzanzar un objetivo externo a ellas.

Por eso es que la obsesión con las categorías-en-sí como un fin resulta fascistoide - Un deseo velado de "purificar", borrar, y restringir.

Las contracaras[editar]

El naturalista no está en contra de lo "artificial" porque daña el entorno, sino meramente porque siente que no pertenece a él. Es "una cosa que no debería existir". Su mismo conocimiento debería ser abolido; el naturalista no está interesado en educarse en el funcionamiento técnico de la tecnología o de la ciencia (éste sería un "medio del enemigo") sino que la ve a través de su propio folklore. El folklore le da una vista restringida y distorsionada mediante la cual la tecnología es el demonio que hay que exorcizar de las entrañas de la madre tierra y las profundidades de la naturaleza animal y humana.

Asimismo, por su lado, los artificialistas creen que cualquier reivindicación de la naturaleza como principio autosustentado es arcáico y anticuado. Su visión pseudo-positivista les hace creer en la transformación completa del mundo en una construcción puramente artificial - Una "caja de arena" que el intelecto puede transformar en lo que sea. La naturaleza no es más que la burda materia prima de la cual se construirá el perfecto lienzo en blanco - lienzo que la ciencia y la tecnología no sólo están llamados a confeccionar sino también a pintar. Pero las exhortaciones de la racionalidad no contienen más que el mismo fanatismo ciego y el deseo de destrucción de "lo otro". Este Otro es, y representa, a todo lo que se ve como amenazante y/o indigno, y por sobre todo, carente de sentido y significado inherente que pueda ser apreciado o al que se pueda aspirar.

Destruir lo ajeno[editar]

Es ésta destrucción, éste exterminio total de "lo otro" lo que les da a ambas visiones un tinta específicamente fascista. Éstas ideologías si bien parecieran tener un propósito "orientado hacia uno" (tener una vida natural o explotar las posibilidades de lo artificial), en realidad ésta consigna es vacía sin la destrucción de su "anticomplemento". El "disfrute" y exploración de lo natural o de lo artificial se ven y se sienten meramente como una exégesis del llamado milenarista a destruir al "contrario" escogido. Al artificialista no le interesa tanto vivir su utopía tecnológica, en sí tan insulsa y hueca como las cavernas herbales de los naturalistas... más que acabar con ese mundo incompleto e imperfecto que se les presenta. La sensación de *disformidad* que les genera la existencia de "lo otro" es su impulso a actuar, y el asco propio a ese elemento de "lo otro" que existe en ellos. Por eso los artificialistas abrazan la realidad virtual y el transhumanismo, formas finales de librarse tanto de la existencia anlógica como la biológica de la carne, a la que consideran sucia y corrupta. Asimismo, los naturalistas recogen todo tipo de rituales y prácticas específicas diseñadas para "purgar" su cuerpo y mente de aquellos residuos artificiales que no pueden dejar de sentir que anidan en ellos.

Peligrosa obsesión[editar]

Este deseo de limpieza es obsesivo y consumidor ; la necesidad de purgarse (sea de elementos naturales o artificiales) es compulsiva e interminable, y alimenta un círculo vicioso de odio (incluyendo odio propio) e insatisfacción. Nunca el viaje estará completo, puesto que siempre se puede inventar un "nivel superior" de naturalidad/artificialidad a los que se ha alcanzado previamente. Esta obsesión con la corporalidad absolutamente necesaria de la limpieza (incluyendo en algunos casos la "autoresponsabilidad" de la limpieza genética, como en algunos artificialistas eugenésicos, pero también en naturalistas que creen en la modificación dinámica de la genética propia según las acciones en vida) es auténticamente nazi. Y nada lo demuestra más claramente que el énfasis enfermizo en la pureza de la alimentación. Siempre hay una dieta "más primitiva" como siempre hay un estadío más avanzado del transhumano y de la realidad virtualizada... y de las combinaciones y régimenes de íldoras y medicamentos para extender la propia vida. Hablando de extensión, no son sólo los alimentos los que se ven sujetos a éste tratamiento, sino todo lo que está en contacto íntimo con el cuerpo. Los artificialistas se precian de odiar a los gérmenes y querer mantener una higiene inmaculada; por su parte, los naturalistas intentan evitar todo contacto con "productos químicos" y deciden buscar y confeccionar "soluciones naturales" para la limpieza diaria.

Ofuscación de los objetivos[editar]

Ambas mono-ideologías son una carrera descendente hacia la ofuscación de todo objetivo no-autoreferencial: El objeto del acto es el cuerpo (y unido a él la mente/espíritu), es decir, uno mismo. Es a través de la auto-purificación que se alcanza la única transformación social deseable y deseada. Éste aspecto sin duda parece religioso, tanto en su acepción budista como en la católica. Es a través del flagelo del sufrimiento, de la búsqueda y de la autoprivación que se obtiene el estatus y la seguridad de hacer "lo correcto" y por lo tanto ser más puro y más sano. Eventualmente ésto contribuye a la promesa ficticia de un mundo "purificado" tanto como uno puede llegar a serlo.

El proclamarse mejor[editar]

Pero éstas visiones no estarían completas como precursor metafísico y cultural fascistoide sin un elemento clave: La pretensión de superioridad.

El "racionalista científico" abiertamente se burla de aquellos que tienen creencias que el juzga como místicas y retrógradas; se coloca a sí mismo en un pedestal en el cual su propia creencia no es más ni otra cosa que el pensamiento único e incuestionable que interpela unilateralmente a la realidad objetiva, la refleja y la transforma. Abiertamente también se declara en cruzada contra éstos sistemas de creencias "inferiores" que no han recibido la revelación del positivismo como única verdad de la humanidad - y la supremacía de la técnica la forma física de su evangelio, el cielo que promete en la Tierra, realizado a través de las obras de sus creyentes... pero sobre todo de sus profetas, los ingenieros, los gobiernos, las corporaciones y el corpus social "científico". El cientificista obtiene un placer morboso de demoler y burlarse (en realidad, pocas veces con el supuesto rigor que reviste su teología) de los sistemas de interpretación y percepción de otras personas, y de pueblos enteros. Ahí se encuentra el "new atheism" que no se inmuta en alentar y efectuar genocidios tanto físicos como biológicos y culturales; en su núcleo no visible, detrás de varias capas de liberalismo aparente, se encuentra una admiración sólo parcialmente secreta de los métodos de selección y exterminio social-darwinista aplicado por los régimenes hitlerianos. En resumen, lo que aparece ahí es el "dominio completo" del hombre por el conocimiento, la reducción de los "indeseables" (aquellos juzgados con defectos genéticos y/o culturales) a sujetos de prueba o máquinas de trabajo para el avance de "la ciencia" y por lo tanto de la sociedad pura y apta. Eventualmente serán sacrificados para su gloria y ésta es su única utilidad; un combustible impuro, cuyo proceso más reivindicable que pueda tener (desaparecer/ser destruido), sirve en simultaneidad como tributo a éstas nuevas divinidades formalmente seculares o ateas.

Por su parte el naturalismo no posee éste impulso sistematizado de exterminación, porque los meros medios necesarios para realizarlo de manera coordinada son antitéticos a su exégesis. Sin embargo, eso no significa para nada que dejen de buscar una concreción similar: Los primitivistas duros pregonan un colapso generalizado de la sociedad industrial (que por supuesto tendrá que ser ayudado), en el cuál perecerá la vasta mayoría de la humanidad por perder los medios artificiales para su subsistencia. Sólo aquellos preparados, es decir, los en contacto con lo primitivo y los que se puedan adaptar rápidamente a ellos, lograrán sobrevivir. La mayoría de la población mundial sería un "exceso" que daña al balance de la biósfera y la naturaleza; la única forma de acabar con ese daño es limpiar físicamente a ese exceso ... En otras palabras, dejar a la humanidad relativamente al borde de la extinción - si no es que extinguirla por completo, como pregonan los sectores más extremistas. Éste final o "colapso" también sería tan inevitable como deseable (un análogo de la "singuralidad" tecnófila), en un sentido profundamente morboso e incluyente del deseo de poder vivir en la sociedad post-apocalíptica donde toda la supuesta soberbia del hombre no sean más que ruinas cubiertas de musgo, lentamente reclamadas de vuelta hacia los brazos de la Tierra.

Las consecuencias de la tragedia humana se verían desde irrelevantes, hasta aleccionadoras. Después de todo, el humano, y la sociedad industrial, no sería más que una plaga sobre el mundo de Gaia, una aberración o abominación, y su "auto-destrucción" imaginada resultaría sublime, merecida, y sobre todo positiva para todos los demás seres vivientes.

La repulsión[editar]

Vale mencionar que este "asco" que sienten las partes rara vez o nunca se extiende a expresarse, al menos de forma externalizada y consciente, sobre uno mismo: Cualquier creencia "no-científica" de un artificialista instantáneamente se ve racionalizada como parte del mismo esfuerzo contra ese "lo otro". De esta manera, cualquier belicismo o prejuicio rápidamente es justificado. Los cientificistas por lo tanto comunmente pueden ser usados como los cruzados culturales de la civilización occidental del Siglo XXI, continuando la "misión civilizadora" del colonialismo victoriano e imponiendo los "valores humanistas" a los pueblos sometidos. Imperialismo e islamofobia son sólo efectos colaterales, y ciertamente "positivos" (también positivistas) de las oleadas de "nuevo ateísmo" snob que asoman expandiéndose desde los lugares exactamente esperados: Inglaterra y Estados Unidos.

Como en la "superioridad" no se ve sólamente una posibilidad de fuerza concreta, sino que se predica profundamente el deber ético y la ascensión moral en una "jerarquía de los iluminados"... las adherencias a éstos estándares se vuelven obligaciones sectarias, porque quienes comparten éstas visiones no son individuos sino completas comunidades de "apoyo mutuo" (en el refuerzo de la creencia, más que en la vida), que compiten interior y exteriormente por influencias y estadío de avance. El "darwinismo cultural" de la supervivencia de las creencias y grupos de apoyo más fuertes aquí se vuelve evidente. Tanto artificialistas como naturalistas están convencidos de que serán "los últimos" en quedarse, porque sus prácticas individuales y creencias colectivas los volverían mas resilientes a los cambios apocalípticos a los que se dirige el mundo. Ambos naturalistas y transhumanistas creen que a través de sus regimenes estrictos de vida obtendrían habilidades sobrehumanas, conocimiento de realidades superiores, longevidad, fuerza física, claridad mental, paz espiritual y resiliencia a las enfermedades y al envejecimiento.

Los mitos y la ciencia[editar]

Resulta curioso revelar entonces que no hay beneficios comprobados, ni físicos ni mentales, para básicamente ninguna de las dietas y prácticas restrictivo-masoquistas que realizan las distintas sectas. El régimen de pastillas del transhumanista (y director de ingeniería en Google) Ray Kurzweil es tan supersticioso y absurdo como los mitos promocionales del "crudiveganismo", "higienismo" y las "dietas libres de gluten", todas plagadas de leyendas urbanas y pseudociencia. No estaría de más señalar también que todos los supuestos avances de la "medicina moderna" en la "extensión de la vida" son poco más que una mentira del marketing de la modernidad - Si bien la expectativa de vida en las ciudades ha aumentado, es sólo sobre la abismal mortalidad urbana que antes era el azote de las poblaciones debido a deficiente planeamiento, contaminación, agotamiento, trabajo esclavizante y sobrepoblación. Basta ver que las personas cuyas vidas fueron más largas y saludables no son, ni siguen siendo hasta hoy, cosmopólitas urbanitas con todo tipo de prótesis, transplantes y medicamentos... sino personas simples viviendo en comunidades rurales o semi-rurales relativamente pacíficas y aisladas, como Okinawa y la campiña francesa. Éstas "vidas largas" sin tecnología no son un fenómeno nuevo - ya en el antiguo Egipto se estima que ciertos faraones vivieron y reinaron hasta pasados los 90 años. El "incremento de vida" que pregona la civilización no es más que un aminoramiento de las consecuencias devastadoras a la vida humana que trajo la misma "civilización" desde la revolución neolítica, con la masivización de la agricultura que de hecho disminuyó los niveles de nutrición pero permitió sociedades verticales altamente disciplinadas para la guerra y el comercio, con castas especializadas y un sistema de mando. Quienes repiten (malinterpretando y desconociendo el significado de estadísticas de expectativas de vida y mortalidad) que antes de la "medicina moderna" las personas sólo vivían 30 o 40 años harían bien en recordar que ya en la Grecia antigua habían instituciones que sólo permitían a ciudadanos mayores de 60 años.

Pero si bien durante la vasta extensión de la historia humana el campo tuvo expectativas de vida generales mayores a las de la ciudad hasta la modernidad, el registro de la prehistoria tampoco es tan favorable a las pretensiones de los naturalistas edénicos. Si bien las comunidades aisladas son compuestas de individuos mayormente saludables, ésto también responde a las altas probabilidades de morir para aquellos que no lo fuesen/estuviesen. Las expectativas de vida entre los cazadores-recolectores no son particularmente altas, las personas conviven con una enorme cantidad de parásitos internos y externos. Quizás de manera más remarcable aún, el contacto con gérmenes exteriores es devastador - y no sólo eso, sino que el propio balance de microfauna en los sistemas digestivos y dentro del cuerpo de éstas personas puede ser fácilmente destruido por cualquier agente externo con posibilidades disruptivas. La inseguridad alimenticia frente a cambios ambientales (incluyendo los naturales) es endémica y afecta la supervivencia entera de la comunidad. El desarrollo físico optimiza distintos factores, por lo que un individuo fuerte y saludable en los cazadores-recolectores fácilmente podría ser considerado enfermizo y débil dentro de la clase media de una sociedad industrial.

Podemos concluir que tanto los "artificialistas" como los "naturalistas" buscan un ideal romantizado que no tienen indicios empíricos de ser cierto. El ideal artificialista está en un futuro ficticio que nunca parece llegar, mientras que el ideal naturalista está en un pasado ficticio que parece nunca haber existido.

Delimitaciones imaginarias[editar]

En realidad, ambas percepciones son imaginarias, porque no existe una distinción objetiva ni tajante entre lo "natural" y lo "artificial". Toda la materia que existe en el universo físico está hecha de "químicos", y todo mecanismo tanto natural o hecho por el ser humano funciona a la forma de una "máquina". El hecho de que animales como los castores modifiquen el curso "Natural" de su entorno (construyendo diques y cambiando o impidiendo el curso de los ríos), mientras ellos mismos son parte de la naturaleza, nos da un indicio de que la transformación del entorno por parte de un sujeto no implica la "destrucción" de un balance sagrado primordial, y tampoco por otro lado el acercamiento inevitable hacia un ideal futuro. La alteración química de los elementos mediante mecanismos metabólicos es la base de toda vida, por lo que no debería sorprendernos que los humanos extiendan ésta capacidad con la alteración química mediante medios ambientales - empezando por el fuego. Asimismo la alteración física de los objetos es el resultado y requisito de todo movimiento, por lo que poca diferencia hay entre la excavación de madrigueras por parte de las vizcachas y la producción de herramientas para arado y creación de caminos por parte de los humanos. Pero ésto también nos da una pista de que ésta transformación aparentemente deliberada del entorno e incluso el uso dinámico de la "ingeniería" (como lo hacen hormigas y termitas) no es una característica exclusiva de la humanidad, y ni nos vuelve dioses ni nos acerca a una necesariamente falsa concepción divina, de nosotros mismos ni de nuestro orígen - y mucho menos un destino ineludible divino como pregonan los transhumanos.
El homo sapiens es sólo una de las muchas especies que ha producido la evolución, y, a diferencia de lo que insinúan los antropocentrismos (sean "naturalistas" o "artificialistas"), el carácter de su acción no es externo al mundo natural sino interno a éste. Toda acción del hombre es una acción dentro del mismo orden de la naturaleza. Ésta no puede ser superada ni destruida, porque es el conjunto de reglas y la misma existencia del mundo físico y biológico en el que transcurrimos.

La posibilidad abierta[editar]

Por lo tanto, nada de lo que haga "el Hombre" con su técnica modificando al mundo es ni intrínsecamente diabólico (como se les aparecería a los naturalistas), ni necesariamente tendiente hacia un fin benigno (como creen los artificialistas). La "ciencia", abstractamente hablando (sus resultados y métodos), no es más que un ordenamiento de datos y conocimientos. Como tal puede tan fácilmente ser usada para fines pro-antropogénicos como anti-antropogénicos. Puede regenerar las condiciones de estadíos previos tan fácilmente como destruirlas; sus elucidaciones tienen tanto potencial para replantar un bosque como para cortarlo, o para erradicar la pobreza estructural lo mismo que multiplicarla y profundizarla para otros propósitos.

En una nota relacionada, los medios de la ciencia moderna, o incluso sus conocimientos, no son oposicionales de los conocimientos no-científicos, incluyendo los tradicionales. Los cientificistas hacen una pantomima del método científico, clamando que destruye todo conocimiento anterior y tachando a éste último como "superstición". Por su lado, los naturalistas dicen que el conocimiento científico es el falso y que sólo responde -por ejemplo- a los grandes capitales o al Estado, mientras el conocimiento tradicional respondería a la necesidad humana. Ambos normalmente fallan en ver que la justificación "científica" como la "alternativa" son sólo un revestimiento de legitimidad a métodos que son efectivos o no-efectivos independientemente del discurso que los ampare. Una palanca funcionará sepamos o no las leyes del movimiento de Newton (que en sí también son sólo un relato, cuya contraparte es tan aparente como las de todos los conocimientos anteriores supuestamente ya confirmados y establecidos [x]); una catapulta lanzará una piedra así creamos que sólo es porque es la voluntad de Dios que esa forma de máquina funcione.

Poco publicitado e incluso poco conocido por los artificialistas es que las farmacéuticas de hecho hacen expediciones cuasi-antropológicas a las culturas tradicionales extantes de distintas partes del mundo, buscando apropiar su conocimiento sobre hierbas u hongos, movilizando su saber tradicional para ayudarles a hacer medicamentos basados en los ingredientes activos. De hecho, muchos si no acaso la mayoría de los medicamentos actuales se basan en simplemente aislar, extraer y/o sintetizar los componentes activos de una o diversas plantas y/o animales, muchas de las cuales eran usadas ancestralmente en las medicinas tradicionales. Ésto también es deliberadamente ignorado por los naturalistas por la misma razón: le daría aparente legitimidad al "enemigo", mezclando la línea necesaria que separa lo "natural" de lo "artificial" y haciendo ver que lo que funciona en uno funciona en ambos de maneras similares o la misma.

Conclusiones[editar]

Para estar seguros, no es que las categoría opositiva natural/artificial sea *enteramente* falsa o vaciada de contenido: Sólo lo es en cuanto cosmovisión metafísica. Pero si vamos a un punto más empírico que toma en cuenta nuestras experiencias y los efectos que tienen ciertas cosas en nosotros, ciertamente podemos hacer ciertas "distinciónes" prácticas: Entornos poco modificados y adaptados por la acción humana frente a entornos altamente modificados (como la ciudad) ; sustancias existentes en grandes cantidades en nuestra vida diaria en el planeta, como oxígeno diatómico, dióxido de carbono, agua, etc., frente a químicos sintéticos como el aspartamo o el glutamato monosódico. Sin embargo, ésta categorización es parcial y no nos puede decir en sí si algo es bueno o malo; sólo nos da una pista respecto a su origen y la mano que nuestra cultura y técnica tienen en su creación y mantenimiento, y posiblemente su relación con nuestro historial evolutivo. Pero son hechos descriptivos, y no prescriptivos. De la sinteticidad o naturalidad de un químico (o de su dosis) no se sigue necesariamente que sea "bueno" o "malo", que cure o enferme. Estos son hechos que resultan extremadamente contextuales en su práctica; hay venenos naturales increíblemente potentes (incluyendo neurotoxinas, y existiendo además de virus y hongos mortales), así como químicos sintéticos generalmente inofensivos incluso en dosis colosales, y también por supuesto viceversa. Son los intereses y trasfondo detrás de su uso, además de sus características particulares, los que determinarán las consecuencias que tenga sobre el entorno y nuestras vidas - y no su cualidad ficticio-metafísica (no sustancialmente descriptiva) de ser producto bien de "la tecnología", bien de "la naturaleza".

La rejustificación de lo justificable (y la injustificación de lo injustificable)[editar]

Haríamos mejor en ver y medir las consecuencias de los usos de la técnica más que la (ficticia) "esencia" (natural/artificial) de sus medios. Sólo así podremos determinar cuáles usos, y cuáles sistemas para su uso, son deseables o indeseables para los fines que determinemos. Asimismo, si estos fines no deben ser abstracciones magufísticas como "purgar nuestro cuerpo de todas las toxinas" o "no comer nada que contenga químicos", tampoco pueden ser abstracciones tecnoutópicas como "convertirnos en dioses-computadora inmortales" a través de la siempre teórica "singularidad". La modificación de la realidad no es la alteración del "yo" a algo abstracto, sino la transformación de nuestro entorno y/o nosotros mismos dentro de parámetros, y con medios asequibles y fines concretos. Medios, a su vez, con implicancias éticas y morales que no pueden obviarse en la persecución de un abstracto fin. Tanto los pocos primitivistas colapsistas como los hegemónicos transhumanistas industriales se escudan en un supuesto futuro brillante -que nada garantiza- sea para justificar enormes magnitudes de destrucción y sufrimiento - sea de la humanidad, sea de la biósfera y la naturaleza. El fin de un imaginario balance natural perpetuo -que nunca ha existido como tal, puesto que la vida siempre se ha hallado en constante flujo, en evolución y en extinción- no puede justificar el "ecofascismo" de que "los débiles deben perecer" en la caída del sistema; asimismo, el fin de una imaginaria computadora omnipotente no puede justificar el ecocidio de la vasta mayoría de la vida en nuestro planeta.

Referencias[editar]

Las Referencias aluden a las relaciones de un artículo con la "vida real". La presente es una lista incompleta de referencias y lectura adicional recomendada.

Referencias empíricas[editar]

Referencias sociofilosóficas[editar]

Comentarios[editar]

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14/06/2015

⚜️[editar]

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