Ensayos:Manifiesto del Mundo Refundado

De Bestiario del Hypogripho
ADVERTENCIA DE CONTENIDO: El presente artículo es un manifiesto sobre tópicos sociofilosóficos. Algunos lectores pueden estar en desacuerdo con los puntos de vista presentados. El Bestiario del Hypogripho como proyecto no es responsable ni necesariamente aprueba los contenidos que publican sus autores.
"¿Hacer la revolución? Algo solamente un poquito más difícil: Un mundo nuevo."

Este artículo tiene contenido abordado desde la perspectiva de la "vida real".     Este artículo tiene elementos originales creados por NimoStar. Click para ver todos los artículos de este autor.  Este artículo contiene elementos inspirados por un sueño o experiencia onírica.  Este artículo está ilustrado con imágenes de NimoStar, ninguna otra persona, ningún autor adicional y nadie más. 

Desde la virtualización de la vida en el algoritmo capitalista que todo lo consume y la desposesión completa de la mayoría de la humanidad y su conversión económica en deudores eternos, hasta la acidificación de los océanos y el colapso de la biósfera terrestre, los desafíos radicales con los que nos enfrentamos como comunidad civilizada no tienen parangón.

Un desafío radical requiere, también, una respuesta radical.

Las instituciones que poseemos no solamente se han negado a dar estas respuestas, sino que son principales responsables de estos males que nos aquejan y además amenazan con destruirnos.

Mientras las voces controladas por el mercado más salvaje continúan haciendo gala de su negacionismo, tanto de los cambios climáticos como de la inminente desaparición de la demanda por trabajo humano en la mayoría de sus formas, sin importar cuan evidentes y abiertas se vuelvan estas dinámicas, los Estados capitalistas se proponen como salvadores frente a problemas sistémicos sobre las cuales en realidad tienen muy poco poder. Los Estados nacionales son impotentes o títeres comparados con los capitales financieros transnacionales y un mundo cada vez más firmemente controlado en los puños de silicio de las grandes corporaciones y conglomerados hiperconcentrados.

El derrocamiento de todas estas instituciones (algunas opresoras, otras obsoletas y disfuncionales, muchas ambas) y su inmediata abolición debe ser entonces tomada como la mínima bandera por cualquiera que reclame la continuidad de la vida en la Tierra y la valoración de la autonomía humana.

Principios

Principio de Necesidad

La Necesidad es lo primero y lo último. El mundo debe ser refundado no por una razón postergable o temporal, y no se trata tampoco de una mera abstracción o una preferencia subjetiva. Las dinámicas de espiral de la muerte a las cuales el sistema somete al progreso (o degeneración) de la civilización humana están más allá de la capacidad de este mismo sistema de desviar o revertir, ya que estos son resultados de su propio funcionamiento. Por lo tanto, únicamente un movimiento parasistémico (éticamente clandestino en lo que se refiere a los mandatos de la moral imperante) es capaz de cambiar este curso. La proximidad de la anulación de la voluntad mediante métodos de bio-ciberingeniería, previniendo de una vez y para siempre cualquier cosa que hoy concebimos como revolución, hace que el momento sea ahora - o nunca. Como preferimos más bien ahora, este derrocamiento de las condiciones actuales de existencia merece absolutamente su determinación como una Necesidad.

Todo argumento que parta de abstracciones como "el bien y el mal", entendidos estos en los sentidos deistas de mandatos ajenos a nuestro mundo, no tienen lugar frente a la Necesidad de transformación. Los planteos abstractos de una existencia por venir, sea los explícitamente religiosos en la presencia divina o los transhumanistas fanáticos de una fusión apotéica con la máquina deben ser enérgicamente rechazados como ilusiones (wishful thinking) que no se condicen para nada con las realidades que conocemos y experimentamos. La Necesidad, como veremos, es siempre determinada por la Realidad.

Principio de vitalidad

(AKA principio de energía vital.)

Nos manejaremos en asambleas orgánicas o bien como individuos independientes. No existen preceptos que limiten la acción. Cada asamblea así como cada individuo tiene completo reclamo sobre la arbitrariedad de su acción. La participación y representación deben ser directas, no mediadas por instituciones, regulaciones y morales foráneas a la organización. El liderazgo carismático es válido y alentado, los referentes emotivos son ejecutores naturales de la voluntad colectiva. Solo un alma puede despertar otro alma.

Los dogmas del "democratismo" que nos enseñaron son falsos; se trata en realidad del respeto a las instituciones, no a los deseos populares. La institucionalización de la acción a través de una serie de trabas burocráticas con límites estrictos es antinatural, y, lo que es más, no refleja la verdadera voluntad de los grupos y los pueblos sino que busca detenerla. Los "parlamentos indígenas" fueron impuestos por los españoles, estos interminables discutidores... frente a los cacicazgos que pasaban todas las resoluciones por aclamación. La fisicalidad del liderazgo es equivalente también a su volubilidad; la estabilidad de la institución existe como traba para la acción. El período revolucionario debe buscar la máxima volatilidad.

Principio de acción

(AKA principio de acción transformadora.)

El movimiento hacia la Refundación del mundo no puede privarse de todas las herramientas de cualquier movimiento históricamente transformador. Ninguna acción en sí está prohibida por sí misma. Los fines determinarán los medios. En su coherencia sinérgica constituirán el espíritu del movimiento. Todo lo que uno hace por uno está justificado, en especial si se trata del Uno Universal.

Para las repúblicas y Estados liberales en las que tan sanitizadamente se nos enseña que vivimos pudieran cristalizarse, tuvieron que correr ríos de sangre. Desde la Gloriosa Revolución inglesa parlamentarista hasta la Revolución Francesa secular y liberal, la burguesía misma (hoy pretendidamente pacíficos señores) no dudó en ejecutar, combatir, perseguir y matar a sus enemigos aristócratas y reales, hasta arrastrarlos por las calles y fusilarlos en público a plena luz del día, o subirlos a tarimas y decapitarlos. Esto era cien por ciento necesario para que se impusieran los valores que tanto "amamos" de igualdad ante la ley, respeto a la propiedad privada, sufragio universal y ciudadanía política y tantas otras cosas limpias y lindas que se nos predica y naturaliza. Así es que aunque las revoluciones se hicieran con guantes de seda, igual esos guantes terminarían no menos manchados de sangre. Todos amaríamos que los pretendidos amos del mundo simplemente se rindan pacíficamente y que devuelvan el planeta para su saneamiento, pero las probabilidades de que eso pase son infinitesimales. En contraste las probabilidades de que si no hacemos nada nos terminen de arrastrar a los abismos más oscuros son prácticamente certeras. La acción transformadora no se realiza por gusto ni tampoco por venganza (es, de hecho, indiferente a las nociones personales de mérito y justicia; no busca "darle su merecido" a nadie), sino meramente por el motivo único y suficiente de su imperiosa necesidad.

Principio de Refundación

(AKA principio de giro radical.)

Las instituciones preexistentes, tanto las públicas como las privadas, no deben ser reconstruidas y gestionadas de acuerdo a sus principios anteriores. Cada caída o colapso en lo pragmático de los enemigos de la humanidad y del planeta debe ser seguida por una abolición completa -teórica y práctica- de todos los supuestos y regulaciones mediante los cuales solía operar. Los preceptos operativos sociales de la Refundación no pueden estar condicionados en nada por las normas del Viejo Mundo.

No existe el "controlar la emisión de moneda del Banco Central para reducir la inflación" o el "gestionar el salario mínimo y el porcentaje y años de aporte de la jubilación". Tampoco hay el "vamos a pasar estas regulaciones por la Corte Suprema" o "se lo damos al Congreso para que lo vote", o "vamos a negociar los vencimientos de los derechos de autor con las sociedades transnacionales". Toda la gestión económica, política, social y cultural tiene que ser replanteada desde cero. Nuevos sistemas de convivencia se diseñaran bajo supuestos plenamente humanizados, científicos, éticos y prácticos - nunca desde el formalismo jurídico e institucional.

Principio de legitimidad

(AKA principio de la autolegitimación absoluta)

La Refundación se arroga a sí misma la mayor y única fuerza legitimidad que existe: la legitimidad de la Necesidad. Para citar a cierta caudilla populista, donde hay una necesidad nace un derecho. Por lo tanto, una Necesidad absoluta conlleva un derecho absoluto (consecuentemente, una Responsabilidad absoluta también, sobre realizar y hacerse cargo de los propios actos). La Refundación no tiene por qué justificarse, escudarse o excusarse en términos jurídico-legales del Viejo Mundo. Todas sus cartas de fundación, legislaturas y códigos son inválidos ipso facto y ex profeso.

Por supuesto esto no implica que la Refundación no tenga ninguna necesidad o intención de justificarse. Muy al contrario, la Refundación puede y debe justificarse a través de todo medio fáctico: Científico, moral, ético, autónomo, humano, animal, biosgférico, etc. La Necesidad nace de una Realidad. Exponer esta realidad es gran parte de la Tarea.

Principio de fuerza

(AKA principio de la asunción de fuerza)

Ante cualquier situación de enfrentamiento, competencia o negociación, es decir de "agonismo", el movimiento de Refundación debe asumir que detrás de la Necesidad absoluta que funda Derechos y Responsabilidades absolutas, también existe una fuerza absoluta para ejecutar esta necesidad. Esta fuerza no es física, económica ni militar sino primariamente ética y moral lo cual se traduce en una tendencia histórica sin punto final ni comienzo definido. Debe confiarse siempre en esta fuerza, puesto que no hacerlo es claudicar a las reglas del enemigo, reglas con las cuales al jugar no habría posibilidad de victoria. La Refundación tiene sus propios preceptos y no juega de acuerdo a las relaciones de fuerzas o reglas de negociación de nadie más, puesto que considera que las reservas morales que justifican y respaldan su accionar son efectivamente infinitas.

Cuando los Mártires de Chicago fueron expuestos ante jurados ilegítimos y marchados a la horca, hombres de clase trabajadora contra todo el complejo legal, policial y capitalista del Estado, ¿Acaso pidieron negociar? ¿Acaso rogaron por sus vidas? No, ellos, tan "débiles", prometieron venganza, precognizaron la caida de sus ejecutores. ¿Por qué lo hicieron? Entendían que había un argumento moral y un movimiento histórico que reivindicaría no solo su memoria sino que completaría la concreción de su causa. La negociación como súplica desde el punto de vista de la debilidad e insignificancia personal ya es un argumento destinado a fracasar desde el principio. ¿Cuánto amor ha logrado el patético ruego de los impotentes? ¿Cuánta simpatía han despertado en las masas, cuántas páginas en la historia se dedican, a aquellos que rogaran que no los ejecuten? Al contrario, en Sócrates, en Cristo, en Giordano Bruno, vemos que la trascendencia es de aquellos que desafían a sus ejecutores. Se cuenta que, como muchos otros, los comunistas capturados y ejecutados en la Guerra Civil Española grityaban "¡Que viva Rusia!" como sus últimas palabras ante los fusiles franquistas. El Che Guevara pronunció ante su aterrado captor solo "apunte derecho, que va a matar a un hombre". Esto es porque, irrespecto del supuesto balance de fuerzas físicas entre ellos y los verdugos, entienden que a la larga es el balance de fuerzas morales lo que más importa para su causa.

Principio de Realidad

Estos preceptos se dirigen en buena parte a evitar la institucionalización, recuperación por parte del sistema y reabsorción, que ha ocurrido predominantemente con tendencias que otrora se considerasen a sí mismas revolucionarias. Sin embargo, un manifiesto es solamente un mapa, una guía, una hoja de ruta. La realidad constantemente se construirá en el territorio, no en el mapa. Rechazamos enteramente la sustitución de la Representación en lugar de la realidad, de la Palabra en vez del Ser, del Nombre en lugar de la Cosa. Creemos en los hechos, no en las palabras; actuamos en el mundo, no en una mera declaración.

⚜️

   Artículo redactado por NimoStar
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