Bestiateca:Carma (Bestiario Xelmiriense)

De Bestiario del Hypogripho
Carma, por Adrián López Gesto, Leticia Bello Torres, Bibiana Calvo Ares, Katia Bermúdez Vales, Adriana Andrade Noya.

ATENCIÓN: Este artículo pertenece a la sección de la Bestiateca.
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Este artículo tiene contenido que finge ocurrir en nuestro "mundo real", pero es de hecho ficticio.     Este artículo se compone de contenidos creados por los alumnos del IES Arcebispo Xelmirez I.  Este artículo está ilustrado con imágenes de los alumnos del IES Arcebispo Xelmirez I, ninguna otra persona, ningún autor adicional y nadie más.  Este artículo tiene bibliografía real que sustenta su contenido en todo o en parte.  Este artículo tiene una dificultad intraficcional mínima (magnitud 1). Debería resultar accesible para el público en general. 

Carma tiene el cuerpo de caracola y alas de mariposa. Es una animal nacido en el mar que vive dentro de las flores acuáticas. Se alimenta de rosas, por eso antiguamente se hacían maravillosos perfumes con el cuerpo de este extraño ser.

En primavera frota enérgicamente sus alas que adquieren tonos de colores muy fuertes y brillantes, así atraen a las hembras para reproducirse.

La leyenda dice que los Carma nacen a la vez que los niños del lugar y mueren cuando éstos pierden su inocencia; entonces Carma se va debilitando poco a poco, se posa en el suelo y se desprende de sus alas, dejando sólo la caracola que significa el pecado, a la vez que las alas se convierten en los sueños rotos de la juventud.

[...]

Este bellísimo animal de agua salada, habita en el corazón de las silenciosas flores acuáticas. Se alimenta de su polen que transporta todas las noches a los rosales de los jardines del rey. Las rosas expelen un terrible olor nocturno para ahuyentar a los cazadores que no comprenden cómo es posible que las más bellas y olorosas rosas del reino puedan producir un olor tan hediondo al caer la noche.

Los cazadores furtivos buscan con pasión estas rosas para elaborar los mejores perfumes de todo el mundo. Cuando el Carma no está, las rosas recuperan su olor y son arrancadas sin piedad del jardín real.

El Carma hiberna en el mar, en donde se reproduce de una extraña manera: frota sus alas de colores muy vivos y emite un extraño canto que atrae a su pareja y, en verano, nace este extraño animal cuya vida transcurre durante la infancia de los niños del lugar; cuando éstos jóvenes pierden su inocencia, el Carma se extingue con ella, pero antes se desprende de sus bellas alas. Si alguna persona las encuentra, no debe nunca tocarlas porque caerá fulminado inmediatamente y se convertirá en una rosa real.

Cuéntamelo otra vez[editar]

—Mamá, ¡cuéntamelo otra vez!
—De acuerdo, cariño, pero prométeme que luego te irás a dormir.

Érase una vez un niño que se encontró un animal muy extraño mientras paseaba cerca del río. La extraña criatura tenía cuerpo de caracola y alas de mariposa.

De pronto, el animal se acercó y le dijo al niño:

—¡Hola, pequeño, soy Carma!

—¿Cómo es que puedes hablar?”, se extrañó el niño.
—Yo puedo hablar porque tú puedes escucharme. A partir de ahora seré para ti algo parecido al Ángel de la Guarda.
—¿Pero, tendré que traerte cosas de comer, construirte una casa, cuidar de tus crías...?—preguntó emocionado el niño.
—Desde luego que no. He venido del agua salada, donde mi madre había ido a hibernar como todos los años. Nosotros nacemos después que nuestros padres froten las alas.
—Sí, son preciosas —se maravilló el pequeño.
—Escucha, ahora te parecen bonitas, imagínate cómo son cuando brillan para atraer a las que serán nuestras futuras esposas.
»Cuando termina el duro invierno, volvemos a nuestros hogares en las flores acuáticas y de ahí, una mañana muy temprano, nos vamos volando hacia los rosales para comer nos rosas.
—¿Cómo es que nunca os he visto?—preguntó el chico.
—Porque somos recién llegados en esta zona. Hemos huido de nuestra tierra natal porque el rey quería arrebatarnos nuestras alas para hacer perfumes.
«Pero, como te iba diciendo, cada uno de nosotros pasamos nuestras vidas en compañía de un niño a quién dejamos de recuerdo nuestras alas una vez que nos morimos. Ellas son el símbolo del corazón enamorado y de la amistad generosa.
—¿Pero, por qué tenéis que morir?”, sollozó el niño.

—Porque llega un día que el niño al que acompañamos pierde su inocencia y ésa es la señal de que ha llegado nuestro último día en la tierra. Pero, no sufras, cuando llegue el momento, tú te olvidarás de que yo he existido y serás feliz.

—Cariño, ¿estás dormido? Sí, ya lo estás. Aún falta mucho para que pierda mis alas. Ahora descansa, mañana seguiré contándote el cuento.

Créditos[editar]

  • Adrián López Gesto.
  • Leticia Bello Torres.
  • Bibiana Calvo Ares.
  • Katia Bermúdez Vales.
  • Adriana Andrade Noya.

⚜️[editar]

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   Artículo original de Alumnos del IES Arcebispo Xelmirez I
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   Artículo transcrito o recopilado por Jakeukalane
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