Animal ferocíssimo, lo mismo que Rhinocerote. El nombre de Abada le dieron los portugueses á este animal al tiempo de sus conquistas en el Oriente: y como la lengua portuguesa se hizo casi general en los puertos y escalas de la India, los escritores viageros que oian llamar así al rinoceronte, aun á los mismos naturales, creyeron fuese voz indiana, y diéron motivo á que este error corra impreso en muchos libros de Europa, lo que tambien ha sucedido con otras voces portuguesas. En el reynado de Felipe II, año de 1581, vino una Abada á Madrid con un elefante que envió de regalo el Gobernador de Java, y dexó perpetuada su memoria comunicando su nombre á la calle en que estuvo, y que hasta hoy llamamos de la Abada. Y esta misma sin duda es la que se halla dibuxada en la obra de Juan de Arfe De varia conmensuración[r 1], lib. 3, cap. 3, pág. 8, pues advierte que no dibuxó otros animales que los que vió vivos[b 1]. Esta abada que truxeron a Madrid tenía aserrado el cuerno y estaba ciega, porque no hiciese daño, y curavan della con mucho recato por el peligro de los que la tenían a su cargo; de los cuales mató uno o dos. En los juegos que Gneo Pompeyo ordenó en Roma, pelea contra un elefante y le acomete en la barriga hiriéndole malamente hasta desangrarle del todo. Pero si el elefante rebate el golpe asiéndole con la trompa, le hace pedazos con los dientes. Los thalmudistas aseguran que en el arca había algunos gigantes que, como estuviesen estrechos en un lugar tan reducido, mandaron al reinoceronte que saliera, el cual siguió el arca nadando[r 2].