El Bestiario del Antropoceno es un bestiario contemporáneo que analiza híbridos artificial/naturales.
“
Un bosque puede ser un fenómeno de la naturaleza; una granja, indudablemente no. Las mismas especies de las que dependemos para obtener nuestra comida, nuestros cereales y nuestro ganado son artefactos de nuestro ingenio. Un campo arado es tan natural como una calle asfaltada[b 1].
Seguir con el problema requiere aprender a estar verdaderamente presentes, no como eje que se desvanece entre pasados horribles o edénicos y futuros apocalípticos o de salvación, sino como criaturas mortales entrelazadas en innumerables configuraciones inacabadas de lugares, tiempos, materias y significados[b 2].
Osos, dragones, jabalíes, cerdos, leones, unicornios, gusanos, erizos, mariposas, cuervos... Criaturas como estas figuraban en los bestiarios medievales. Bestias reales aparecen junto a otras imaginarias, clasificadas como animales terrestres, aves, serpientes y organismos marinos. Son descritas con todo tipo de detalles que demuestran el simbolismo de esta ménagerie. Los herbarios recopilaban descripciones textuales y visuales de plantas, poniendo énfasis en las propiedades de cada especie, las enfermedades para las que podían ser adecuadas y cómo preparar pociones curativas con ellas. Los lapidarios documentaban conocimientos fascinantes acerca de las virtudes de las piedras. En general, este tipo de libros comparten la misma lógica: recopilan y describen especímenes.
En el siglo XXI el mundo ha cambiado. El conocimiento de nuestro entorno nos ha permitido distinguir entre bestias imaginarias y aquellas cuya existencia ha sido demostrada; disponemos así de una clasificación más sistemática de animales, plantas y minerales y hemos podido descubrir nuevos reinos como el de las bacterias, los hongos o los protozoos. Los avances en ciencia y tecnología, además, han dado lugar a toda una serie de casos artificiales o híbridos: robots humanoides, altavoces bluetooth con forma de roca, carne cultivada, prótesis para animales, producción industrial de árboles y seres modificados genéticamente. Los mismos «avances» tecnológicos que han hecho posible la existencia de estos nuevos seres han contribuido también a una creciente presencia de plásticos y contaminantes en nuestro entorno. La saturación de microplásticos en aves, el abandono de tuberías subterráneas o la existencia de hongos radioactivos son una consecuencia de estos «avances». Algunas de estas nuevas criaturas fueron diseñadas con un fin concreto, otras surgieron como un derivado o subproducto del progreso tecnológico.
Una evolución así exige ser cartografiada; debemos revisar nuestros bestiarios, herbarios y lapidarios. Es necesario examinar los seres con los que convivimos en nuestra época. A partir de nuestras observaciones de campo y de las lecturas de múltiples informes científicos hemos seleccionado sesenta especímenes híbridos, como ejemplos de casos sintomáticos, aunque no exhaustivos, de la era postnatural tan cambiante en la que vivimos, el Antropoceno.
En cuanto a la perspectiva temporal, nos centramos especialmente en procesos surgidos después de la segunda mitad del siglo XX. Aunque no hay consenso acerca del inicio exacto del Antropoceno, hemos elegido como punto de partida la «Gran Aceleración» posterior a la Segunda Guerra Mundial, momento en el que nuestra forma de consumir recursos y crear nuevos materiales y contaminantes comienza a crecer a un ritmo exponencial.
Observamos distintos niveles de hibridación, con ejemplos que van desde la material mineral y orgánica hasta sistemas tecnológicos que muestran límites difusos entre lo «natural» y lo «artificial». Clasificamos a los seres híbridos de este bestiario en reinos sistemáticos comunes: minerales, plantas, animales y miscelánea. Dentro de estos reinos hay muestras de un mundo natural y de otro cada vez más artificial. Nos hemos ceñido únicamente a los especímenes existentes y documentados y no hemos incluido criaturas especulativas, como prototipos de investigaciones científicas y proyectos de arte y diseño.
Concebido com un manual de campo, el objetivo de este Bestiario del Antropoceno, es ayudarnos a observar, a navegar y a orientarnos en el tejido cada vez más artificial del mundo. Nos anima a estar alerta[r 1], a percibir tanto los matices como el conjunto de la ecología oscura que ha surgido en las últimas décadas
[r 2]
Rocas, montañas, cráteres, huesos y otros especímenes híbridos
“
Cuando los arqueólogos examinan dos piedras y llegan a la conclusión de que una de ellas es solo una roca, pero que la otra, basándose en la regularidad anómala de los patrones de sus bordes astillados, es una hacha de piedra de tres millones de años de antigüedad fabricada por un homínido antecesor, están rastreando lo artificial. De todos los efectos y patrones artificiales que realmente importan, los límites absolutos imposibles de trazar entre lo que es y lo que no es el cambio climático antropogénico son el encuentro más consecuente con lo artificial[b 5].
Águilas, cabras, delfines, cangrejos, tortugas, orugas, vacas, ratas y otros especímenes híbridos
“
La masa de los seres humanos (32%), junto con la de sus animales domésticos (65%), constituye ahora el 97% de la biomasa total de los vertebrados terrestres, dejando solo un 3% para las restantes 30.000 especies de vertebrados terrestres
Árboles, arbustos, flores, semillas y otros especímenes híbridos
“
Siempre fuimos biohackers. Durante 10.000 años, individuos y grupos creativos han criado plantas, seleccionando las características deseadas y legando esta información a generaciones futuras mediante la conservación de semillas. Aunque los métodos para almacenar y compartir semillas son bastante sencillos, hoy en día gran parte de los agricultores comerciales del mundo no las conservan debido a restricciones legales, inconvenientes o porque prefieren ciertas variedades híbridas —generalmente, más resistentes a plagas, pero programadas para ser estériles— que necesitan ser adquiridas cada año. Sin embargo, la mayoría de los agricultores son pequeños productores de alimentos —entre ellos, campesinos, pueblos indígenas y agricultores locales— que no se benefician de la agroindustria. Estos últimos, y quienes se dedican de forma independiente a la mejora de variedades de plantas, crean y mantienen semillas tradicionales: biotecnologías sociales, lentas y, normalmente, de código abierto[b 7]
”
— The Center for Genomic Gastronomy. 2019. "Seeds".
Desde la Segunda Guerra Mundial, el planeta ha cambiado gradualmente y ahora es un laboratorio de tamaño natural. El modelo anterior de «planeta fábrica» ha dado paso al «planeta laboratorio». El planeta ha sido capturado, transformado en capital y forzado a trabajar en un proceso que lo ha convertido en un extraño para sí mismo o a ser gestionado como una empresa innovadora más. Somos objetos de investigación en el laboratorio, pero ¿podemos retomar las riendas de esta inmensa máquina autónoma que ha tomado iniciativa propia? ¿Podemos cambiar el destino y las decisiones de este laboratorio?[b 8]».
«¿Qué es la ecología oscura? Es conciencia ecológica deprimentemente oscura. Pero la conciencia ecológica también es misteriosamente oscura. Suena raro, pero se trata de una dulce oscuridad. En estos tiempos, el nihilismo está siempre en primera fila. Casi nunca pasamos de la primera oscuridad, si es que nos ponemos en marcha […] ¿Qué piensa la ecología oscura? Ecognosis, un acertijo. La ecognosis es como saber, pero aún más como darse a conocer. Es algo parecido a la coexistencia. Es como acostumbrarse a una cosa extraña, pero también es acostumbrarse a una extrañeza que no se vuelve menos extraña con la aclimatación[b 4]».