Relatos:Azul estigio

De Bestiario del Hypogripho
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Contemplé el ocaso en la lejanía, el sol anaranjado achatándose como el hierro incandescente bajo el martillo rugiente de la forja. Contemplaba, desde la costa, esa costa de arenas de un color blanco tan puro cómo el brillo de la luna.

E ignorando las palabras aparentemente supersticiosas antes dichas por los antipáticos habitantes de aquel extraño pueblo, me dispuse a darme un pequeño remojo bajo una pequeña manta de la salada agua del mar, esa manta que acariciaba mis pies y tobillos suavemente en armonía con el alternante oleaje. Pero no fue una buena idea, os lo juro.

Tras adentrarme más, más allá, y hundir una de mis piernas en el agua, comencé a observar cómo el rostro deforme de una persona devorado por estrellas de mar, surgía de la oscuridad desde fondo marino. Vi como de pronto ese rostro estaba vivo, intentando respirar, o tal vez gritando sin sonar, emitiendo una especie de vaho de un color que nunca había contemplado antes. Y vi como el brazo de ese ser pútrido y tenebroso se estiraba para intentar agarrarme... y no era el único ser que habitaba las profundidades fangosas y salinas de ese lugar.

Sin más dilación huí, huí tan rápido cómo podía, con pesadez intentando correr con mis piernas dentro del agua, caí en la orilla. Y una vez allí, sentado en la arena blanca, observé cómo esos rostros y cuerpos blanquecinos y pútridos semisumergidos, volvían a hundirse en el fondo de las tenebrosas aguas, inmóviles, inmóviles cómo los cadáveres que eran.

Nunca olvidaré esos rostros deformes, con sus cuencas oculares vacías, emitiendo desde la boca esa especie de vaho azul bajo el agua, un vaho con un color antinatural que me recordaba vagamente a las descripciones del río Estigio, de un imposible azul surreal y onírico más oscuro que el negro, ese color que nunca había visto, y que nunca volví a recordar.

No puede ser, ¿una alucinación?, ¿me estaré volviendo loco? ¿O es que esa leyenda del oscuro cura ahogado no tenía tanto de leyenda?

Nunca olvidaré esos rostros deformes, y ese color negro imposiblemente azul emitiendo como un aliento de sus pútridas y marchitas bocas.

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