Ensayos:La Nada y no rendirse
De Bestiario del Hypogripho
No voy a tener números ni nombres; cuando la cuña del satélite no me alcance, el enero mortal de los poetas se cubrirá de musgo. Azares hay muchos, también teléfonos que se pierden, y si mi destino es vivir, viviré los retos sin usar muletas venenosas. Si tengo que perder los archivos del arte que así sea; no aspiro a ganar ningún concurso... y con los fallidos silencios forzosos desaparecerán las conexiones, de electromagnetismo y de artimañas. Acaso no ha quedado la rama sagrada, el espiral contra el cielo y el sol; ni la perra anciana que finalmente rinde su cabello a una caricia, una despedida. Aunque fuera muy tarde para mí, no sería muy tarde para el mundo; tengo que confiar en este mantra... no tengo pruebas (quizás no puedan existir) pero tengo que creerlo para no volverme loco. "Si estás atravesando un infierno, atraviésalo", puede que sea la única forma de llegar del otro lado, ¿Tiene el infierno lados? ¿Es un lado? ¿Y cuál sería el otro? ¿Y tiene final? ¿Y es uno o muchos, este "infierno", este "final", estos "lados"? Usamos muchas palabras y no sabemos lo que quieren decir. Decimos muchas cosas y no sabemos lo que significan; nos escudamos la metáfora, en el supuesto de que una cuestión refiere veladamente a otra; la verdad es que no sabemos de la una ni de la otra... ni de cuál es la metáfora ni a qué realidad simboliza. Así, flotando en una especie de vacío (vacío de realidades que describan nuestras palabras, pero también vacío de palabras que podamos usar para describir nuestras realidades), nos desenvolvemos en ésta vida que ni es vida y tampoco es una especie de muerte; ciertamente, parece tener mucho que ver con la una y la otra pero no se identifica con ninguna. Esta es la disimilaridad que explotaron las religiones, el anatema y estigma de tener un lugar entre otros lugares, invisibles para nuestros sentidos pero que sospechamos a través de los conceptos. Tales cielos y tales infiernos que no sentimos que hemos inventado sino que siempre se han encontrado ahí, justo detrás de la fina lámina de los objetos... nuestra existencia es magia, nunca revelada pero siempre a-punto-de-revelarse, una profecía que nos falta eternamente un paso más para cumplir, un destino que está al borde de caer a su inevitable precipicio. Y sin embargo, no sucede... ¿Nos engaña nuestra intuición? ¿O el sistema? Yo en esos datos perdidos disgrego y reconstruyo signos altisonantes, códigos de computadora y compilaciones de programación, de momentos y de ideas. El resultado es nulo, pero sigo intentando, ¿Acaso queda otra cosa que hacer? ¿Algo diferente de intentar algo o rendirse a la Nada?
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